Adiós al prostíbulo más famoso de Gandia
La demolición de tres edificios rememora una singular historia de la ciudad
Las propias autoridades "promovieron" la construcción para alejar esa actividad del núcleo urbano

Los edificios de la calle Plus Ultra que esta semana han sido derribados y que años atrás fueron prostíbulos. / Levante-EMV
El lunes de esta semana la piqueta acababa con tres edificios situados en la confluencia de la calle Plus Ultra con la avenida de València, en Gandia. Más allá de un hecho sin trascendencia, la imagen del fin de inmuebles degradados y cerrados llevó a muchos a la memoria colectiva de la ciudad. Porque durante algunas décadas del siglo pasado allí estuvieron los locales de prostitución más famosos que ha tenido Gandia.
Paco Martí, uno de los grandes divulgadores de la historia local, ha recordado estos días la fama que alcanzaron esos establecimientos surgidos a principios del siglo pasado cuando esta ciudad, y eso no era una excepción, contaba con varias zonas donde existían muchos «locales de alterne».
Buena parte de ellos se encontraban en las inmediaciones de la plaza del Prado, no por casualidad sino porque aquel era un centro de mercado de fruta y verdura de ámbito comarcal que atraía a muchos comerciantes y clientes, parte de los cuales buscaban relaciones sexuales con mujeres a cambio de dinero. «En un local de la calle Legionari Bernabeu se podían contabilizar hasta 68 prostitutas en cuatro casas», señala Martí.
Intervención del alcalde
Pero la actividad de los prostíbulos no siempre era bien recibida por una parte de aquella sociedad, y tampoco por los vecinos, que denunciaban habituales escándalos callejeros y temor a que sus hijos, y sobre todo hijas, tuvieran que convivir en ese sórdido ambiente.
Aquellas quejas vecinales y la necesidad de adoptar medidas llevaron a Cruz Gramaje, precisamente abuelo de Paco Martí, que entonces ejercía como inspector de Seguridad y Vigilancia de Gandia, a plantear el «traslado» de todos esos locales a un lugar apartado de la ciudad, donde no pudieran molestar ni ser observados por los vecinos.
Corrían los años 20 y la idea fue aprobada por el general Rafael Ripoll, que entonces era el alcalde de Gandia, y entre los dos optaron por destinar unos terrenos más allá de la actual calle Alzira que cerraba la ciudad por el noroeste.

Un momento de la demolición de los inmuebles. / Levante-EMV
El lugar elegido para el «mercado del sexo» era propicio. Allí estaba el acceso a Gandia desde València y también a cuatro pasos las estaciones de ferrocarril que llevaban hacia Carcaixent, Dénia, Alcoi, el Grau y puerto de Gandia. También estaba cerca la plaza de toros y el hotel Ferrocarril, un gran centro de hospedaje en la ciudad. En ese punto idóneo se levantaron las popularmente conocidas como «cases de les xiques» que, con los años, se integraron en la trama de la calle Plus Ultra.
El también gandiense José Miguel Borja ha recordado muchas veces que una parte de los clientes de esos locales eran marineros que llegaban en buques al puerto de Gandia en una época de intenso tráfico con otros países, sobre todo de naranjas y otras frutas y verduras.
Tolerancia y control sanitario
Paco Martí incluso recuerda que en esos prostíbulos fueron conocidas ‘la Pobriua’, ‘la Cary’, ‘Isabel’, ‘la Elisa’, ‘la Roja’ «y tantas otras mujeres repudiadas, algunas solo por tener un hijo fuera del matrimonio, motivo para que las propias familias las echaran de casa».
En Gandia y en otros sitios las autoridades de la época mostraban una doble moral. Por una parte intentaban aparentar «corrección» persiguiendo la prostitución, pero en realidad se toleraba si no era «escandalosa». Tanto es así que la Administración dispuso la obligación de un «control sanitario» de las mujeres para ejercer su profesión con el fin de evitar la transmisión de enfermedades.
A partir de los años 50 del siglo pasado los «puti-clubs» comenzaron a proliferar por otros lugares más alejados de la ciudad, lo que contribuyó al declive y posterior cierre de todos los locales de la calle Plus Ultra. Un taller de automóviles situado en la planta baja de uno de los edificios fue la única actividad.
Tras el derribo de los locales, todo apunta a que el promotor está interesado en construir bloques de viviendas.
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