El negocio "abocado al fracaso" que acabó cambiando los velatorios en la Safor

En 1997, la funeraria Juani de Tavernes de la Valldigna abría el primer tanatorio de la comarca de la Safor. Un año después lo hizo Guixa en Bellreguard. Muchos vaticinaron que sería un fracaso porque entonces los cuerpos se velaban en las casas y nadie veía otra opción. Hoy en día hay ocho en toda la comarca y cada vez gestionan más entierros. 

Sala de velatorio del tanatorio Guixa de Bellreguard

Sala de velatorio del tanatorio Guixa de Bellreguard / Levante-EMV

Finales de los 90. Una funeraria de Tavernes de la Valldigna abre el primer tanatorio de la comarca de la Safor. Funeraria Juani, que llevaba operando desde 1986, pone a disposición de los vecinos y vecinas de esta y otras localidades vecinas un servicio que entonces era desconocido para la mayoría de la población en la zona. Lo abrió la empresaria del mismo nombre y hoy en día lo gestionan sus dos hijos, Miguel y Raúl Vidal. Las grandes ciudades hacía para entonces varias décadas que contaban con este tipo de establecimientos destinados a velar los cuerpos de las personas fallecidas. El primero abrió en Barcelona en el año 1968 y aún hoy sigue operando.

Antes de ello era costumbre en los pueblos que los cadáveres se velaran en las viviendas. Se habilitaba una sala en el domicilio, donde la familia exponía el cuerpo en la caja y, durante horas, recibía a las decenas de personas que querían mostrarles sus respetos y despedir al finado

En 1997, cuando abrió el Tanatori La Vall en Tavernes, esa era, de hecho, la práctica habitual y extendida. Actualmente, sobre todo en los municipios más pequeños, son solo unas pocas familias las que aún eligen su propia vivienda para velar el cuerpo.

La llegada de los tanatorios cambió, sin duda, esa mentalidad.  Así lo reconoce Juanjo Ramos, director del que fue el segundo establecimiento que abrió en la comarca, el Guixa, de Bellreguard. «Al principio costó mucho. Nos dijeron que fracasaríamos», cuenta a Levante-EMV. Tanto Juani como Guixa se lanzaron a abrir un negocio que no había en esos momentos ni en Gandia.

Una de la salas del tanatorio Juani de Tavernes

Una de la salas del tanatorio Juani de Tavernes / Levante-EMV

El boca a boca y, sobre todo, la experiencia de las primeras personas que lo probaron, hicieron que, poco a poco, se fueran sumando más servicios funerarios por familias que optaban por la opción de instalar el velatorio en un tanatorio. «Recuerdo que el primero fue un médico del pueblo. El hecho de que fuera una persona importante hizo que la gente se diera cuenta de que era algo positivo». Al principio ofrecían el servicio de forma gratuita para las personas que contrataban con su funeraria. «Ofrecíamos dulces, café, etc. Queríamos crear la necesidad», cuenta el director de Guixa.

A día de hoy, cuenta, «el 99% de los entierros ya se celebran en un tanatorio, son muy pocos los que eligen velar el cuerpo en casa».

Fue el padre de Juanjo quien, en 1998, decidió abrir el tanatorio de Bellreguard. «Él se había formado en Barcelona y allí conoció ese modelo y lo quiso importar a su pueblo». La familia ya regentaba una funeraria que abrieron los abuelos del actual director en los años 80. Actualmente gestiona entierros eminentemente de vecinos y vecinas de Bellreguard pero también de Palmera, l’Alqueria de la Comtessa, Piles y alguno de Miramar

Al contrario de lo que les vaticinaron muchas personas, el tanatorio funcionó y eso le permitió poder abrir un segundo establecimiento en Gandia. Fue en 2005 en el polígono Benieto y hoy en día la empresa aún gestiona ambos.

Justo enfrente del de Guixa se encuentra el otro tanatorio que opera en la capital de la comarca, el Mondúver. Abrió en el año 2000 y cuenta con cinco salas.

Estos dos centros acogen entierros de vecinos y vecinas de Gandia pero también de otros municipos como Potries, Daimús, Xeraco, Xeresa, Ador o Palma de Gandia, entre otras localidades.

Sala del tanatorio de Villalonga

Sala del tanatorio de Villalonga / Levante-EMV

Estos dos tanatorios son los únicos de la comarca que, además, son crematorios. De hecho, ofrecen este servicio al resto de funerarias de la Safor y otras comarcas, cuando gestionan entierros de fallecidos que eligen esta opción.

El tantatorio Mondúver pertenece a la empresa Consuelo Miñana, que, además, también abrió en el año 2010 el único que hay en la ciudad de Oliva y que cuenta con cuatro salas de velatorio.

Dos centros en Tavernes

En Tavernes de la Valldigna hay dos. Además del que abrió la Funeraria Juani en 1997 y que inauguró este tipo de negocios en la comarca, unos años después, en 2006, empezó a operar también la Funeraria Ronda, con un espacio para velar cuerpos en el que ofrece dos salas. 

En ambos casos gestionan entierros de vecinos no solo de Tavernes sino de otros municipios como Simat, donde Funeraria Juani tiene también un tanatorio, o Benifairó de la Valldigna. 

Otra localidad que también cuenta con un centro de velatorio es Villalonga. Su propietario es Pep Onrrubia, quien lo gestiona desde el año 2011. Cuenta que realizan una media de veinte servicios al mes de vecinos de Alfauir, Llocnou de Sant Jeroni, Almiserà y también algunas localidades de la Vall d’Albaida. 

Este empleado de banca dice que entró en el negocio «casi por casualidad» hasta que, junto a un socio, abrió la funeraria La Safor que después amplió al tanatorio. 

Ahora están a punto de abrir otro espacio de estas características en Ròtova para dar servicio a los municipios de la Vall del Vernissa.

Onrrubia coincide en que el velatorio en las viviendas es, actualmente, prácticamente residual. «Muy de vez en cuando aún nos piden algún servicio en casa pero es algo que cada vez está menos extendido». El funerario marca que «cuando llegó la pandemia acabó prácticamente todo. En el tanatorio es todo más higiénico que tenerlo en casa, y además está todo más controlado por la policía mortuoria sanitaria», explica.

Desde hace pocas semanas también cuenta con tantatorio Xeraco. En este caso es la empresa Mémora la que ha habilitado este establecimiento. Esta firma, por cierto, es la que gestiona el tanatorio Sancho de Ávila, el primero que abrió en toda España a finales de los 60.

Con todo, la Safor cuenta en estos momentos con un total de ocho tanatorios al que se sumará a principios del próximo año un noveno, el de Ròtova, que está preparando Pep Onrrubia.

En definitiva, la irrupción de los tanatorios ha logrado cambiar las costumbres de los velatorios en la comarca de la Safor. Y es que, incluso muchos de los municipios donde no hay este tipo de servicios también trasladan a sus fallecidos a otras localidades.

Los tanatorios, más allá de un ambiente discreto y adecuado para que la despedida al ser querido fallecido sea adecuada, ofrece otros servicios complementarios que hace más cómoda la estancia para las familias.n

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