La media calle muerta de Gandia
La histórica gasolinera de familia Pascual, junto a la antigua carretera de Albaida, echa el cierre y deja sin ninguna actividad ni vivienda ocupada la mitad de Aparisi i Guijarro

La calle de Aparisi i Guijarro de Gandia, a la izquierda con todas las naves y viviendas vacías y, a la derecha, los edificios llenos de vida. / Levante-EMV
Si se pudiera morir solo a medias, eso se aplicaría a una céntrica calle de Gandia cuya imagen en las últimas semanas ha llamado la atención de muchos ciudadanos, especialmente de noche. No se trata de un lugar del extrarradio o degradado, sino de un espacio en pleno centro, a solo cincuenta metros del paseo de les Germanies.
La calle de Aparisi i Guijarro, entre la de Sant Rafael y Ferrocarril d’Alcoi, presenta una imagen muy distinta dependiendo de la acera a la que se mire. En la de los números pares hasta hace poco había actividad económica, viviendas y hasta una gasolinera con supermercado. Ahora todo está cerrado y presenta un aspecto de abandono.
Siguiendo la hilera desde la calle de Sant Rafael, recientemente se ha desmantelado la histórica gasolinera de la familia Pascual, que también disponía de locales para comprar productos básicos y hasta lavaderos de coches. Justo al lado, edificios de viviendas que están deshabitados, cerrados y oscuros, algunos con las ventanas siempre abiertas por las que se cuela el agua de lluvia. Esos inmuebles albergan pisos que, remodelados, alcanzarían precios elevados, dada su amplitud y una estructura de techos altos. Avanzando por la calle, llegando ya al final, están otros antiguos talleres, cerrados hace mucho, sucios y abandonados, con el impertérrito cartel de «Se vende» desde hace tiempo, evidencia del escaso interés por aprovecharlos.

Así está la calle Aparisi i Guijarro de Gandia. / Levante-EMV
En cambio, cuando la vista se dirige a la acera de los números pares, la luz y la vida desborda. Los grandes y altos edificios de viviendas están llenos. Son un lugar ideal para vivir y los inmuebles están muy bien valorados. Por eso sorprende que enfrente haya edificios y naves urbanas degradándose a pesar del interés urbanístico que tienen, especialmente para la construcción de viviendas o para la apertura de negocios y actividad comercial en las plantas bajas.
El surtidor de combustible, que es la última actividad que ha cerrado sus puertas en este lugar, era una las tres gasolineras históricas que ha tenido Gandia dentro de su casco urbano, de las cuales solo una permanece abierta.
El surtidor de la esquina de Sant Rafael y Aparisi i Guijarro, propiedad de la familia Pascual y delante mismo del pasaje Lombard, ha dejado un vacío que sorprende a muchos gandienses y saforenses porque esa instalación ha formado parte del paisaje de Gandia durante muchas décadas.
El negocio de combustible para los vehículos surgió al lado de la llamada carretera Almansa-Puerto de Gandia, más conocida como la carretera d’Albaida, que atravesaba toda la ciudad y que hoy está reconvertida en las calles Vall d’Albaida, Lector Romero, Sant Vicent Ferrer y Sant Rafael. En las inmediaciones de la gasolinera también estaba el antiguo concesionario y talleres de la SEAT, constituyendo un punto emblemático del mundo del automóvil en la ciudad.
La TASA y la del Hotel Ernesto
La gasolinera de la familia Pascual es el segundo negocio histórico de este tipo que cierra en el casco urbano de Gandia. El primero, hace alrededor de tres décadas, fue el de la TASA, situado en el punto de entrada o salida de Gandia hacia el sur, justo en la confluencia de las actuales avenidas de Alacant y del Grau. El edificio en cuyos bajos estaban los surtidores está protegido y ahora ese espacio también espera con un cartel de «Se vende» muy visible.
La tercera gasolinera con solera en el casco urbano de Gandia sigue abierta. Se trata de la situada en frente del ya desaparecido hotel Ernesto, en lo que era la «frontera» urbana de Gandia hacia el norte y, por lo tanto, donde también había un intenso tráfico de vehículos en dirección a València.
Hoy en día abrir gasolieras en zonas residenciales suele generar polémicas y existen restricciones muy importantes que han llevado a trasladar estos negocios a las zonas industriales o, al menos, alejadas de los edificios de viviendas.
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