Un cementerio en Benifairó en el que nadie quiere ser enterrado

Los nichos vacíos del nuevo cementerio de Benifairó, donde solo hay una mujer enterrada

Los nichos vacíos del nuevo cementerio de Benifairó, donde solo hay una mujer enterrada / Toni Álvarez Casanova

Gandia

Hace un año, Benifairó de la Valldigna estrenaba su nuevo cementerio. No es que lo abriera entonces, puesto que las obras habían acabado un poco antes, a finales del ejercicio anterior, pero en febrero del 2024 fue la primera vez que se enterró a alguien, una vecina. En el municipio, tras años de gestiones, problemas que se fueron resolviendo con reuniones y trámites y otros asuntos que retrasaron mucho tiempo la finalización de este espacio, pensaban que la decisión de esa familia de estrenar el nuevo recinto iba a suponer un punto de inflexión, que desde ese momento los fallecidos empezarían a llenar los nichos que ya se encuentran construidos. 

Nada más lejos de la realidad. Un año después esa mujer sigue siendo la única persona que descansa en el nuevo camposanto. El actual alcalde, José Luis Ferrando, reconoce que «la gente no quiere que se le entierre en ese cementerio» pero desconoce los motivos y apunta que tarde o temprano el vecindario tendrá que aceptar que ese será el lugar para su descanso eterno.

El viejo recinto ya hace tiempo que se ha quedado pequeño y el ayuntamiento, de hecho, dejó de construir nuevos nichos porque no queda espacio. Sin embargo, las familias siguen encontrando espacio en casetas compradas hace décadas donde hay otras personas.

Ferrando confirma que ya no hay espacio para ampliar el antiguo recinto y que la única alternativa es «que el vecindario se haga a la idea de que los enterramientos deben ser en el nuevo cementerio».

A 500 metros del casco urbano

El ayuntamiento no dispone de una versión oficial respecto a los motivos por los que las familias no quieren enterrar a sus fallecidos en el nuevo camposanto, pero en el municipio es algo que está en la calle y apunta especialmente a su ubicación. 

La construcción se encuentra  a 500 metros del casco urbano y del viejo cementerio, pero ese no el principal escollo. El problema es que está junto a la carretera CV-6020 por la que se llega a la localidad desde la CV-50. Eso obliga a los vecinos y vecinas que deseen visitar a sus fallecidos a tener que desplazarse a pie entre coches y camiones porque no existe otro camino de acceso al recinto ni tampoco bancos ni otros elementos para descansar. 

Literalmente, en la localidad aseguran que «la gente se está amontonando en el viejo cementerio con tal de no ir al nuevo», como apuntaba una vecina a Levante-EMV.

Las obras del nuevo cementerio arrancaron en el año 2019 y acabó unos años después tras una inversión de 300.000 euros procedentes de fondos de la Diputación de Valencia. En medio hubo una paralización de los trabajos por la existencia de una torre eléctrica cuyas gestiones para su retirada se alargaron más de lo deseado. El ayuntamiento puso en marcha el recinto tras más de veinte años de gestiones entre la obtención de los terrenos y el resto de trámites.

Actualmente solo cuenta con una veintena de nichos, que serían insuficientes si el cementerio funcionara como lo que es, puesto que, de media, en la localidad fallecen cada año entre 15 y 20 vecinos y vecinas. En todo caso, está preparado para albergar más casetas.n

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