La joya de la arqueología industrial de la Safor ya puede albergar viviendas
El ayuntamiento de Almoines declara Bien de Relevancia Local la fábrica de seda de Lombard y autoriza el uso residencial para facilitar la venta a los 20 propietarios, todos ellos extrabajadores de la empresa

La estructura más antigua de la fábrica de la seda Lombard de Almoines, con sus amplios ventanales superiores, vista desde la calle del 8 de Març. / Levante-EMV
En la última década del siglo pasado la histórica fábrica de hilaturas de seda Lombard, en Almoines, cerró definitivamente sus puertas y dejó en la calle a decenas de trabajadores. Muchos se quedaron sin cobrar sus indemnizaciones de despido, lo que derivó en un proceso que concluyó con el cobro en especie, quedándose con la propiedad del enorme inmueble, desde entonces vacío.
Durante años la veintena de propietarios han intentado vender esa joya arquitectónica de mediados del siglo XIX que constituye uno de los más bellos ejemplos de la llamada Arqueología Industrial en la Safor, pero las limitaciones de uso han impedido que nadie se interese por adquirirlo.
A partir de ahora ese abanico de posibilidades se abre gracias a las acciones del Ayuntamiento de Almoines. La fábrica, que acaba de ser declarada Bien de Relevancia Local (BRL), podrá albergar viviendas, un uso que se suma al de equipamientos públicos y privados que ya tenía.
A partir de un estudio de viabilidad del equipo de arquitectos de la gandiense Blanca Peñín y con el asesoramiento de Paula Escrivà, el cambio en las normas urbanísticas deja la esquina de poniente del edificio para usos exclusivamente de dotaciones, pero el resto, hasta llegar a las dependencias municipales que albergan un gimnasio y un centro juvenil, cualquier promotor podría incluir viviendas, si bien las técnicas estiman que lo más apropiado serían usos educativos, hoteleros, de salud o una residencia, bien sea de personas mayores o de estudiantes.

El interior de una de las naves / Levante-EMV
Cerrar una etapa de la historia
El inmueble da para mucho. No solo porque está muy cerca de Gandia, sino porque, con el cambio urbanístico aprobado por el ayuntamiento, dispone de ocho mil metros cuadrados de techo, de los cuales casi cinco mil son residencial comunitario y casi tres mil de uso público.
Realizados los cambios legales y visto el abanico de posibilidades que desde ahora puede albergar la fábrica, los veinte propietarios se han puesto manos a la obra para difundir su disposición a la venta y se muestran abiertos a explicar a cualquier interesado los pormenores y a que recorra el interior de la nave.
Si la venta finalmente se produce, por una parte habrán conseguido que alguien resucite esos muros para una nueva finalidad, mientras que los exoperarios cerrarán definitivamente aquella triste etapa de sus vidas que fue ver cómo se cerraba la empresa que, durante casi 150 años, fue el sustento de miles de familias.
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