Color local

Mazón y los silencios

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. / Levante-EMV

J. Monrabal

Gandia

Cada vez que Mazón aparece en los medios de comunicación añade otro calificativo siniestro a su epitafio político. Como cargo público el todavía President está más tieso que la mojama, es un juguete roto, pero eso ya no es noticia: lo que interesa es el rastro de porquería que va dejando el juguete en cada nuevo movimiento agónico para aferrarse al poder, con el beneplácito de su partido, la siguiente bajeza que perpetrará hasta que le den la patada. Si Borges escribiese hoy su “Historia universal de la infamia” tendría que dividir el libro en varios tomos y reservar uno entero para hombre del Ventorro.

Dice Isabel Olmos que Mazón se la ha jugado al PP y sobre todo a “los alcaldes y concejales de la Dana, esos ediles populares que quitaron barro hasta más allá de las cejas mientras muchos vecinos les insultaban a viva voz y tienen muy claro que el cambio climático existe”. Eso es verdad, pero el caso es que no han criticado el pacto presupuestario de Mazón con Vox y que su silencio no es precisamente edificante.

Solo un partido curtido en las más depuradas artes de la corrupción, que en la Comunitat Valenciana ha producido cuatro Presidents vergonzosos, podía dar el paso de mantener a Mazón en el cargo, tras asumir la barbarie negacionista en todos los frentes: en el del cambio climático (la ciencia), en el de la responsabilidad política (la ética pública), en el del respeto a las víctimas de la Dana y la acogida de inmigrantes (la dignidad humana) y en el de la defensa de los valores democráticos (que Vox desprecia). El pacto de gobierno con la ultraderecha no afectó tan radicalmente al PP valenciano como los acuerdos del todavía President con la formación ultra sellados esta semana: que después de una catástrofe originada por el cambio climático el hombre del Ventorro y su partido prediquen abiertamente el negacionismo mientras proclaman que hay que centrarse en “la reconstrucción” es, simplemente, estúpido.  

Mazón es un zombi político, pero lo sustancial es la apuesta de su partido por la estupidez que tan bien representaba el lunes un sonriente Borja Semper avalando los compromisos negacionistas del PP valenciano con Vox. ¿Puede un partido así representar a los ciudadanos en las instituciones democráticas sin grave quebranto del sistema? ¿Puede cumplir esa función en las localidades, y no solo en las arrasadas por la Dana, cuyos alcaldes y ediles ahora guardan un prudente silencio? Y por la parte que nos toca, ¿puede ser en Gandia alternativa de gobierno?

En una falla local un ninot representaba a Víctor Soler haciendo un sortilegio para que la izquierda local no sume 13 concejales en la próxima convocatoria electoral. Pero eso ocurrió antes de que su partido y su padrino político ofreciesen el espectáculo del lunes, antes de ese giro brutal hacia el delirio que ha cambiado las reglas del juego, también en el ámbito municipal. O, mejor dicho, que debería cambiarlas. Pues, ciertamente, beneficia no poco a Soler y a su partido que el pusilánime gobierno de Gandia no se meta nunca en política (Prieto ni siquiera ha pedido la dimisión de Mazón, como ha hecho hasta el ABC) y un régimen de aislamiento de la realidad que en otra falla se resumía a la perfección: «Ací tot són flors i violes/ amb un alcalde neutral/ un soci que parla a soles/ i una oposició espectral». Si hay que interpelar al PP local por la escandalosa capitulación del todavía President ante la ultraderecha, también habrá que preguntarle a un gobierno que ha decidido que esta ciudad viva en Babia y bajo una dieta de tradicionalismo, apoliticismo y desidia mental sin precedentes si eso es lo único que puede ofrecer como pedagogía democrática: flors i violes y un aire de estar eternamente ausente, pase lo que pase.

A dos años de la próxima cita electoral, pero abierta ya, de hecho, la carrera hacia las urnas no se sabe para qué corren tanto los partidos locales, qué representan ni a quiénes, cuáles son sus principios, ni adónde quieren llevarnos más allá de sus estrategias para alcanzar o mantenerse en el poder. ¿Representa el PP de Soler ideológicamente a Mazón? ¿Representa el PSOE de Prieto al mismo PSOE de Diana Morant y de Pedro Sánchez? ¿Representa Compromís algo más que una división crónica del nacionalismo? Cuando debería estar hablando de lo que habla toda España, parece que lo que único que podemos esperar de la clase política local, más que ideas y debates, son nuevas dosis de “Gandia real”, “lo mejor está por llegar” y la inagotable sucesión de eslóganes, videos, memeces y pantomimas mientras avanzamos hacia el próximo periodo festivo, ahora que todo el año es carnaval y la política ha pasado a mejor vida en la ciudad donde nunca ocurre nada por decisión municipal. Será raro que a la democracia local tanta mediocridad y tanto silencio vayan a salirle gratis.

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