Los niños siguen causando daños a la Colegiata de Gandia con los juegos de balón
El sacerdote delegado de Turismo y Comunicación denuncia nuevos actos vandálicos en el templo gótico
"¿Hay alguien al frente de Seguridad y Patrimonio del ayuntamiento?", se pregunta el cabildo colegial
También solicita la eliminación de las palomas que siguen causando daños

La plaza del Apòstols, con la Colegiata a la izquierda y el cartel que prohíbe juegos de pelota a la derecha. / Levante-EMV
«¿Hay alguien al frente de las concejalías de Seguridad Ciudadana y Patrimonio del Ayuntamiento de Gandia?» Es la pregunta que se ha hecho el sacerdote encargado del turismo y de la comunicación en la Insigne Colegiata de Gandia, Paco Llorens, quien ha cursado diversas "cartas-denuncia" al alcalde de la ciudad, José Manuel Prieto, a la concejalía de Seguridad Ciudadana, Lydia Morant, y a la concejalía de Patrimonio, Alicia Izquierdo. El motivo de esas cartas es que sigue sin solucionarse el problema de los niños que juegan a balón en la plaza dels Apòstols, ante la puerta de la Colegiata, con los consiguientes impactos de la pelota en elementos del conjunto pétreo. Varios ángeles han sufrido daños, e incluso en los últimos días han aparecido pintadas sobre elementos que están protegidos.
El pasado viernes el cabildo Colegiata de Gandia ya realizó una denuncia pública, manifestando que unos niños jugando con un balón reglamentario de fútbol, más consistente que los de plástico o goma, habían roto un cristal de uno de los locales de la Seu gandiense, concretamente el que está situado en lo que fue la Librería Religiosa. Y, además, añadía que esos juegos con un balón de esa naturaleza también habían ocasionado roturas en los elementos y esculturas de la Puerta de los Apóstoles.
"La inacción y pasividad no es sólo de los padres, sino también de los responsables de la Seguridad Ciudadana y de la adecuada conservación del Patrimonio”, ha expresado Paco Llorens, quien traslada la indignación del Cabildo de la Colegiata por la reiteración de estos hechos "sin que nadie actue". Según señala Llorens, pese a la denuncia que se realizó el pasado viernes, este fin de semana del sábado 29 y domingo 30 de marzo "han vuelto a ocurrir actos vandálicos a causa de los juegos de niños".
“Durante el fin de semana se han vuelto a dar los juegos de pelota y nos hemos encontrado con pintadas en la Puerta de los Apóstoles, fachadas y suelo”, ha añadido el sacerdote. “¿Se actuaría de igual forma si los hechos ocurriesen en el Ayuntamiento o en el Palacio Ducal?”, se pregunta Llorens.
Hace unos años ya se instaló un cartel de prohibido jugar a pelota, que sigue en su lugar, pero, según indica el delegado de turismo y comunicación de la Colegiata, "ni la Policía Local ni ninguna autoridad competente ha hecho nada al respecto, los juegos y destrozos se siguen dando". “Seguimos indefensos y sin ninguna concienciación ciudadana de la necesidad de conservar el Patrimonio”, señalan los responsables de este edificio que es Bien de Interés Cultural (BIC) y que fue el primero de la ciudad en ser declarado Monumento Nacional allá por el año 1931, antes de que sufriese el devastador incendio en los primeros días de la guerra civil.
Propuestas para solucionar el problema
Ante esta situación, el cabildo colegial incluso plantea varias propuestas para acabar con los daños a este elemento patrimonial de primer orden. Entre ellos, la instalación de cámaras de seguridad en el exterior de los inmuebles declarados BIC, "tal y como se ha hecho en el edificio del Ayuntamiento de Gandia". También la concienciación ciudadana sobre el respeto al patrimonio histórico y cultural o "la adecuada seguridad ciudadana, sobre todo en fin de semana", situando señalización más visible, dado que, como ocurre con los carteles de prohibición del juego de pelota, esa advertencia queda un tanto arrinconada.
Desde la Colegiata de Gandia expresan su malestar porque estos hechos "se vienen dando desde hace muchos años" y a pesar de las quejas y denuncias que ha cursado "no se ha hecho nada al respecto". “Se les hace la boca agua hablando de patrimonio, declaraciones BIC, etc, pero son incapaces de solucionar los problemas reales que tiene nuestro patrimonio, el de todos los gandienses”, indica el sacerdote Llorens.
Por otro lado, se insiste en el "problema" de las palomas que se introducen en el campanario y otros espacios del conjunto monumental de la Colegiata, causando daños y acumulando extrementos. "Que nadie se olvide, cuando tengamos este tema encauzado, seguiremos denunciando el daño que ocasionan las palomas y la petición de que se eliminen en su totalidad”, ha señalado el sacerdote encargado del turismo y comunicación de la Seu de Gandia.
Un «problema» que alcanza a otras plazas y a edificios protegidos
Los niños y niñas son, por encima de todo, eso, y para muchos un balón es un elemento que les permite jugar y divertirse con sus amigos y amigas. De manera que, en numerosas plazas y calles de la ciudad es muy habitual encontrarse a grupos que están jugando con el balón justo al lado de uno de esos carteles que reza «Prohibits els jocs de pilota».
Así que la plaza dels Apòstols es un ejemplo, quizás el más significativo y grave por la relevancia histórica y artística del edificio que allí se sitúa, pero también ocurre en la plaza de l’Escola Pia, donde se sitúa otro monumento histórico relevante de la ciudad, en la del Beato Andrés Hibernón, en la del Rei Jaume I, en la de Sant Josep o en la del Prado. Solo hay que pasarse por allí poco después de la salida de los colegios y los fines de semana para presenciar las escenas de padres que, bien junto a ellos bien en las terrazas de los bares, están al tanto de sus hijos mientras juegan.
Dueños y camareros de esos establecimientos señalan a este periódico que el Ayuntamiento de Gandia raramente actúa para evitarlo, de manera que los carteles con la prohibición conviven con total normalidad con esos «pequeños infractores» y con los padres que ya de dan poca importancia a la advertencia municipal y saben que, como mucho, algún agente de la Policía Local les podría «invitar» a que sus hijos dejen de jugar a balón.
Los efectos que los balonazos puedan causar en elementos protegidos, como ocurre en la Colegiata, es solo uno de los inconvenientes, porque se dan casos de vecinos que residen en esos lugares que expresan sus quejas por el constante ruido de los balones o el griterío de los niños, más aún si, ahora que anochece mucho más tarde, esa actividad se prolonga durante horas.
Más allá de los incumplimientos o de determinar dónde y dónde no se puede jugar con balones en la vía pública, en lo que todos coinciden es que en absoluto es de recibo que la pelota acabe golpeando muros y elementos tan valiosos como los de la Colegiata de Gandia.
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