OPINIÓN
Riesgo financiero de Gandia: "Game over"

. / Levante-EMV
Salvador Gregori
Diez años después de asumir el gobierno de Gandia, podemos afirmar con orgullo que nuestra ciudad está fuera de riesgo financiero. Tras mucho tiempo de esfuerzos fiscales por parte de la ciudadanía y de rigor presupuestario de un gobierno que se encontró una Hacienda Municipal en la UCI por la abultadísima deuda encontrada. No es momento ahora de discursos partidistas ni de señalar a los responsables del tremendo desaguisado económico. Los ciudadanos ya han dado de forma reiterada su veredicto soberano e inapelable en las urnas. Y los ciudadanos, no son idiotas.
La gran noticia de la semana ha sido que el Ministerio de Hacienda vuelve a premiar a Gandia concediéndole las mejores condiciones financieras que se pueden obtener hoy en día. El modelo de amortización diseñado y liderado desde Gandia, y ya aplicado el año pasado a nuestra ciudad y 12 municipios más, ha sido extendido al resto de municipios que no se pudieron acoger al mismo, pero ahora sí lo pueden hacer y con un mayor periodo para ejecutarlo. Y, evidentemente, también nos hemos apuntado. Finalmente, no nos hemos adherido a la “solución Jaén”, al contrario, nuestra propuesta por su robustez y sencillez es la que se aplicará al resto, Jaén incluida.
Con un excepcional tipo de interés fijo de tan solo el 0,65% a 45 años (el bono español a 30 años supera el 4%) y con un método de amortización creciente, la primera cuota a pagar en 2026 será de poco más de 2 millones de euros (intereses incluidos) y en 2070 de 14 millones de euros, cuando 100 euros actuales, con un IPC del 1,5%, serán equivalentes a casi 200 euros. Ni método francés, ni alemán ni americano: pura progresión geométrica de razón 5, acompasando el esfuerzo financiero con el incremento vegetativo de los ingresos corrientes, que también crecen de forma progresiva.
¿Significa ello que esto es una huida hacia adelante y pasar la pelota a los futuros gobiernos? En absoluto. Se sigue amortizando pero con menor esfuerzo y, además, tras la reciente activación de las reglas fiscales se obliga a los municipios con estabilidad presupuestaria y remanente de tesorería positivo (que de manera recurrente pasa en Gandia, por la buena gestión), nos obliga a amortizar anticipadamente lo que repercutirá, de nuevo, en una menor carga financiera futura. En concreto, este año 2025, tras la activación de dichas reglas, Gandia reducirá de forma adicional su deuda en 3,8 millones de euros extra que junto a la amortización obligatoria ya prevista rebajará en casi 100 millones de euros la deuda heredada de 2015. Una cifra redonda que culmina un largo camino de rigor y sensatez en la gestión económica.
Con ese alivio presupuestario que supone el menor esfuerzo financiero ¿qué se puede hacer a medio plazo? Tenemos el reto de continuar con el rigor demostrado y actuar de manera inteligente. Ni podemos caer en la falsa ilusión de pensar que más gasto es mejorar la ciudad ni caer en el populismo fiscal de rebajar impuestos de forma compulsiva. Por ejemplo, con una reducción del IBI de un 10% un recibo medio de 408 euros (en tipología residencial, la más común), tendría un ahorro de 40,8 euros al año mientras que para las arcas municipales supondría una merma de 3,5 millones de euros. Pensemos que suponen esas cifras en 10 años para un ciudadano y para la administración ¿Merece la pena?
La gestión del dinero público debe ser inteligente y eficiente y cuando se utiliza adecuadamente usando luces largas, es decir, de forma estratégica y no de forma cortoplacista, impacta de forma muy notable en la mejora del potencial económico y social, es decir, robustece el futuro de una ciudad. Y Gandia se encuentra actualmente en una encrucijada histórica donde tiene que decidir si quiere dar zancadas hacia un futuro prometedor y de liderazgo más allá de su propia comarca convirtiéndose en un espacio de referencia en su “hinterland” o, si por el contrario, quiere adoptar una actitud contemplativa y jugar un papel de ciudad meramente recoleta y declinante. En definitiva, tenemos que resolver si queremos ser meros espectadores de los inciertos tiempos que se avecinan, o actores que deciden cual es el camino a seguir por sí mismos. Y, para ello, se necesitan recursos e inteligencia en su uso.
Gandia siempre ha sido culta, emprendedora y a la vez rebelde y con ese ADN tan singular no podíamos fallar a la ciudad que nos ha amamantado en todos esos valores. Hemos estado a punto echarlo al garete por una quiebra económica municipal. Pero, con esa rebeldía inherente a nuestro carácter, nos hemos vuelto a levantar con orgullo y valentía y este acuerdo financiero cierra definitivamente la época más oscura y peligrosa de la ciudad. Gandia no sólo ha resuelto algo tan tangible como son los guarismos de un documento presupuestario si no que ha recuperado algo tan importante e intangible como es su crédito reputacional y su futuro. El que siempre ha tenido y estamos convencidos que siempre tendrá.
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