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OPINIÓN

Hechos, no palabras

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. / Levante-EMV

Francisco Llorens

Párroco, feligrés y responsable de Comunicación de la Colegiata de Gandia

Este título me viene a la memoria por lo que he oído decir al señor Abad en numerosas ocasiones: “en todo este asunto solamente hay que visitar la Catedral de Valencia y observar la repristinación que se hizo en los años 70. La Catedral está como si hubieran terminado los trabajos antes de ayer. El que quiera que entre en la Colegiata y simplemente compare, sólo hace 16 años, y al año y medio de terminar empezó. Que se compare…”

La Colegiata de Gandia vuelve a ser noticia porque a raíz de las lluvias del pasado 29 de septiembre el templo sufrió una inundación que se repitió al día siguiente. Gracias a los feligreses de la parroquia y algunos voluntarios consiguieron dejarla lista para albergar las visitas turísticas de la «Fira i Festes», y poder celebrar por todo lo alto la fiesta de san Francisco de Borja.

Los medios de comunicación publicaron la información, y la Colegiata recogió (como siempre hace) aquella información que habían expuesto los medios de comunicación. Ni la Colegiata envió nada, ni la Colegiata esta vez dijo nada. Tan sólo recogimos la información que se había publicado y lo que ya hemos afirmado en repetidas ocasiones: que la restauración fue nefasta y que pedimos que se arregle.

Al finalizar las obras en el año 2010, a finales del mismo y principios del 2011 empezamos a descubrir que la piedra estaba expulsando el material empleado. Empezaron los primeros desprendimientos de piedra y sales. Ahí publicamos la primera nota de prensa y desde entonces hasta hoy se han enviado 68. A la par se han convocado dos ruedas de prensa para informar a la ciudadanía a través de los medios de comunicación. Nunca se ha responsabilizado a nadie, nunca se ha señalado a nadie. A la hemeroteca me remito.

Durante este tiempo también se intentó a través de la Fundación para la Restauración de la Colegiata pedir ayuda y buscar soluciones con los responsables de la obra. Pero siempre se excusaron en cuestiones formales para evitar asumir su responsabilidad, según he oído decir a los miembros de la Fundación.

En este tiempo la Colegiata (la Parroquia) ha invertido alrededor de 180.000€ en arreglar desperfectos de esta restauración, pero es tal el desastre, que se necesita acometer una obra nueva. Aquella costó alrededor del millón de euros. Por poner algunos ejemplos, no se instaló una línea de vida que mantenga la seguridad de los profesionales del sector para que puedan limpiar los tejados. Aun así la Parroquia ha limpiado los tejados en tres ocasiones. Sí se encontró una botella de agua de la anterior restauración que los obreros habían dejado en la restauración del 2010 antes de retirar los andamios (tenemos foto). También los excrementos de las palomas taponaron dos salidas de las gárgolas. Fueron limpiados. Hoy en día debido a las palomas está taponada una nueva salida de una gárgola. Sólo se puede subir alquilando una grúa con un elevado coste. La Colegiata ha impermeabilizado el patio del fosar para evitar la filtración de agua a través del mismo, y en las últimas capillas, altar de Santa Teresa de Jesús y Cristo del Amparo, se han reparado las goteras en cinco ocasiones, pero las empresas que han venido a repararlo nos han dicho siempre, que el material empleado no es bueno, y que cuando más hurgan más se deshace, “no se trata de arreglar, hay que hacerlo de nuevo”, nos indican constantemente.

Informes técnicos de la Fundación nos han afirmado que el material empleado contiene muchas sales y que la piedra lo está expulsando. Que el material de cinc empleado, debido a la dilatación por el calor y el frío se ha partido por la mitad: esas grietas facilitan la entrada de agua.

No es un secreto que la Parroquia estuvo siempre en contra de aquella restauración, que hemos sufrido persecución y calumnia, y que a pesar de querer exigir que se arregle seguimos con falsedades, verdades a medias y la generación de mucha confusión, siempre en detrimento de la Iglesia.

Los medios de comunicación han valorado la transparencia ejercida por la Colegiata de Gandia. No se trata del sr. Abad, ni de la cúpula (como si de un organismo político se tratase), sino de una comunidad parroquial que está sufriendo las consecuencias de una nefasta restauración y se entristece porque la inversión de dinero público no dio buen resultado.

Ahora con la restauración del campanario, se ha observado que una Gandia que escuche a todos, que trabaje con todos y que no excluya a nadie es posible. El campanario es la demostración de un trabajo de comunión y consenso. En la que no impera el criterio político, ideológico o el capricho arquitectónico, sino el sentido común y la funcionalidad del edificio.

En este tiempo, gracias al señor Abad y los fieles, la Colegiata se ha abierto al turismo, se ha abierto la posibilidad de albergar eventos culturales, y ha recuperado el esplendor en las fiestas que se celebran.

Ahora, la Dirección General de Patrimonio parece que empieza a escuchar las necesidades de esta Parroquia, e intenta poner solución a los problemas que hemos planteado. Por fin, nuestra voz, tanto como propietaria como por interés de la ciudadanía, se nos tiene en cuenta.

Estos son los hechos, no palabras. Seguiremos trabajando y ojalá no nos molesten.

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