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OPINIÓN

¡Balones fuera en Tavernes de la Valldigna!

"Tavernes necesita responsabilidad, diálogo y respeto. Pero claro, eso no da tantos likes"

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. / Levante-EMV

Eva Palomares

Concejala portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento de Tavernes de la Valldigna

En Tavernes de la Valldigna, la política local se ha convertido en un deporte de alto rendimiento: el balonazo hacia cualquier parte. La estrategia es simple —y tristemente eficaz—: cuando toca rendir cuentas, se echa la culpa al pasado, se improvisa un discurso victimista y, por si acaso, se lanza un ataque a la oposición. Manual básico del “y tú más”.

La ciudadanía, mientras tanto, observa desde la grada cómo el equipo de Gobierno más caro de la historia local gasta, se justifica y se autopromociona, todo a costa del erario público. El diálogo, la transparencia o el simple acto de responder a una pregunta parecen actividades tan exóticas en el Ayuntamiento como un eclipse en agosto.

El último pleno fue una prueba más de esta maestría en el escapismo político. En lugar de explicar los cerca de cinco mil euros en gastos protocolarios de Alcaldía —casi un millón de las antiguas pesetas, que dicho así duele más—, la “jefa” del pleno decidió mirar al retrovisor y culpar al Gobierno de hace catorce años. Sí, catorce. Debe de haber un trauma pendiente con aquella legislatura, porque cada vez que se pide una explicación, resucitan los fantasmas del pasado. Una estrategia brillante: así nadie habla del presente.

Pero claro, la gestión opaca, vacía y propagandística tiene un pequeño inconveniente: acaba retratando a quien la ejerce. En lugar de gobernar para mejorar servicios, se gobierna para la foto, el titular amable y el aplauso de turno. El ciudadano, ese ser molesto que paga impuestos y hace preguntas incómodas, mejor ignorarlo o bloquearlo. No vaya a ser que obligue a dar explicaciones.

Mientras tanto, la confianza pública se desangra. Cada pleno es un capítulo más de esta tragicomedia institucional donde los egos pesan más que las responsabilidades. Y lo peor es que ya no queda ni pudor: el Gobierno local actúa como si la transparencia fuera opcional y la rendición de cuentas, una ofensa personal.

Dentro del tripartito, el ambiente no es mejor. En el grupo socialista ya han salido por la puerta un regidor y dos secretarios de Alcaldía. Parece que el “diálogo interno” consiste en asentir o marcharse. La “jefa suprema”, fiel a su estilo, no tolera disidencias: quien piense distinto, sobra.

No es de extrañar que resuenen todavía las palabras que nunca llegaron a pronunciarse en aquel pleno de despedida: las que denunciaban el desprecio sistemático hacia cualquier opinión que no coincida con la suya. Porque aquí no se gobierna, se impone. No se escucha, se dicta. Y no se responde, se ataca.

Tavernes no necesita un Gobierno que se crea un reality show ni una alcaldía que confunda la gestión pública con la autopromoción personal. Necesita responsabilidad, diálogo y respeto. Pero claro, eso no da tantos likes.

Así que nada, sigamos despejando balones fuera, echando la culpa a otros y sin asumir responsabilidades por parte de nadie. Queda claro que el Ayuntamiento de Tavernes está a la deriva, sin proyecto político alguno por parte del gobierno municipal.

El precio de seguir jugando a este "deporte municipal" lo van a pagar los vecinos de Tavernes. Y, por desgracia, es muy alto.

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