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Reprimir el sufrimiento que desencadena la pérdida de un familiar o ser querido y optar por no exteriorizar ese proceso "normal" de duelo, algo que es cada vez más habitual "porque la muerte tiene muy mala prensa" en la sociedad actual, puede crear problemas de salud.

Así lo expresó el responsable de la Unidad de Medicina Paliativa del Hospital canario Doctor Negrín, Marcos Gómez Sancho, en la presentación de la actividad desarrollada a personas con enfermedades avanzadas, que aborda el duelo de sus familiares.

Sancho destacó que el programa presta atención a formación a los profesionales que trabajan con los enfermos terminales, lo que "va mucho más allá del tumor". En estos casos, dijo, "no importa el cáncer de hígado, sino el desdichado dueño de ese tumor, que es el que se va a morir, el que tiene una familia que sufre, el que no puede dormir y el que tiene miedo, angustia y ansiedad".

Además, se incluye la atención en el duelo, "que es lo más desconocido", porque "cuando muere una persona no termina el trabajo de los profesionales, sino que hay mucho que hacer todavía con los familiares, a los que les toca atravesar un largo proceso de sufrimiento, que no es una enfermedad, sino un proceso normal".

Sancho reivindicó la pervivencia de costumbres "que están desapareciendo" como la de ir a los cementerios a honrar a los muertos, vestir de negro en señal de luto, o celebrar novenas o funerales, porque constituyen "mecanismos que los dolientes necesitan para elaborar su duelo", ya que su ausencia provoca mucho dolor oculto en el entorno de los fallecidos. De hecho, una encuesta destaca que el 97% de los médicos de primaria aseguró "que ve problemas de salud en las personas que están atravesando un duelo".

"Hoy nadie escucha a nadie, hemos tenido hasta casos de familiares que se han querido vestir de luto y se han reído de ellos en la oficina porque no queremos que nadie nos recuerde que nos vamos a morir", refirió Marcos Gómez.

El médico declaró que se trata de un problema de salud pública de una magnitud "absolutamente desconocida" ante una cantidad de sufrimiento oculto que tienen muchas personas, "porque hoy no pueden elaborar adecuadamente su pérdida, de manera que lo que habitualmente no es una enfermedad si se hace como Dios manda, se puede transformar en una enfermedad".