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Un ecógrafo no pinta nada en un antiguo mortuorio pero en el hospital Arnau de la Vilanova han pensado que era el lugar más idóneo para colocarlo o el único lugar posible, a pesar de que estar fronterizo con la sala de autopsias por un lado y con la cámara frigorífica de conservación de cadáveres, por el otro.

Las obras de la reforma del servicio de urgencias han propiciado este inusitado traslado que se ejecutó hace dos semanas y que la sección sindical de la FSP-UGT ya ha denunciado ante el servicio de Prevención de Riesgos Laborales.

En el escrito sindical se indica que el espacio "no reúne las condiciones mínimas necesarias", según la normativa legal.

De hecho, no hay ni aseos ni para el personal sanitario ni para los pacientes que acuden: los que están hospitalizados y los que son remitidos de urgencias.

En el interior de la estancia, chapada de azulejos blancos, se ha improvisado una sala de espera con varios biombos, la antítesis de lo que será la nueva Fe.

Este traslado ha provocado además el aislamiento del personal sanitario que atiende el ecógrafo, ya que al quedar absolutamente alejado del servicio de Radiología de donde proceden es inviable realizar informes colegiados, comentar detalles de las exploraciones o contrastar los resultados.

Las obras han obligado a clausurar el acceso de Radiología entre los dos edificios (el hospital y el de consultas externas) y los pacientes ingresados que son remitidos a este ecógrafo tienen que subir al tercero y cuarto piso y dar un rodeo tremendo, ya que el mortuorio se encuentra bastante alejado del circuito habitual.

El sindicato dio a conocer que en la actualidad, en el centro hospitalario no existe velatorio alguno donde los familiares puedan custodiar los cadáveres de sus fallecidos.