Todo empieza en la médula ósea, el órgano líquido en el interior de algunos huesos donde se fabrica la sangre. El síndrome mielodisplásico (SMD) se produce cuando algunas de las células madre hematopoyéticas están dañadas (displásicas) y no funcionan normalmente, por lo que muchas de las células que producen son a su vez defectuosas y mueren demasiado pronto. El resultado son las citopenias, es decir, un recuento bajo de uno o varios de los tipos de células de la sangre (glóbulos rojos, blancos y plaquetas). Con el tiempo las células madre enfermas van adquiriendo alteraciones en sus genes y pueden derivar –en un tercio de los casos– en una enfermedad mucho mas grave, la leucemia mieloide aguda. “Dependiendo del grado de estas citopenias, del porcentaje de células leucémicas en la médula y las alteraciones de ciertos genes, solemos dividir a los pacientes en SMD de bajo riesgo y SMD de alto riesgo (con mayor riesgo de transformación leucémica y menor supervivencia)”, aclara la dra. Mar Tormo, especialista del Hospital Clínico Universitario de Valencia.

Esa incapacidad de la médula de satisfacer las necesidades del organismo causa las principales manifestaciones de los SMD. Cuando lo que faltan son glóbulos rojos se produce anemia que es, con frecuencia, tan severa que requiere transfusiones periódicas. También son comunes las infecciones –por un recuento bajo de leucocitos– y las hemorragias, por la disminución de las plaquetas.

“El objetivo principal del tratamiento de los SMD de bajo riesgo es prolongar la vida y mejorar la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes aliviando los síntomas”. Sin embrago, algunos pacientes o no responden a las terapias actuales o se hacen refractarios al cabo de un tiempo, por lo que son necesarios abordajes nuevos que palien este déficit. “En la actualidad se está avanzado mucho y están apareciendo tratamientos novedosos que actúan sobre los genes alterados y el microambiente de la médula ósea y son capaces de revertir estas citopenias”, concluye la doctora Mar Tormo.

El aumento de la esperanza de vida está incrementando los casos de SMD

Cada año se diagnostican en España unos 3.000 nuevos pacientes de SMD. El 90% son mayores de 60 años y se estima que, debido al aumento de la esperanza de vida, podría convertirse en el cáncer de la sangre más prevalente. “El envejecimiento de la población ha hecho que su diagnóstico sea cada vez mas frecuente. A lo largo de nuestra vida se van produciendo alteraciones en genes de las células madre hematopoyéticas que se van acumulando. Estas alteraciones se adquieren por el contacto a lo largo de los años con agentes externos (alcohol, tabaco, pesticidas, tratamientos quimioterápicos de otros tumores…) y, en una proporción mucho menor, por predisposición genética”. 

La herencia de la sangre

Otro tipo de enfermedades raras de la sangre son las talasemias, un grupo heterogéneo de alteraciones congénitas cuya característica común es un defecto en la síntesis de la hemoglobina, encargada de transportar el oxígeno por todo el cuerpo. Esto conduce a eritropoyesis (producción de glóbulos rojos) ineficaz, anemia hemolítica crónica y una hematopoyesis extramedular compensatoria. 

De los dos tipos de talasemias que existen (la alfa y la beta), la más frecuente en nuestro entorno es la beta que puede revestir diversos niveles de gravedad (beta talasemia menor, intermedia o mayor). En función de eso, tal y como explica la doctora Leonor Senent, del Hospital La Fe de Valencia, los pacientes se clasifican no transfusión-dependientes (NTDT) y pacientes transfusión-dependientes (TDT). “Los primeros pueden requerir transfusión ocasionalmente, principalmente durante el embarazo, la cirugía y las infecciones. Por el contrario, los pacientes con TDT requieren transfusiones crónicas de glóbulos rojos para sobrevivir, y la terapia de quelación es necesaria para prevenir la sobrecarga de hierro y el daño subsiguiente de órganos”. Las complicaciones de los pacientes que precisan transfusiones son consecuencia, por una parte, de la anemia importante que padecen y, por otra, de la sobrecarga férrica secundaria a las transfusiones. “La complicaciones son endocrinas (alteraciones en el desarrollo, hipotiroidismo, diabetes...), óseas (osteoporosis), alteraciones cardiacas, hipertensión pulmonar... Hay que controlar la sobrecarga férrica para evitar también cirrosis hepática”. Por ello, el tratamiento va encaminado a aumentar la hemoglobina, reducir la necesidad transfusional y, en definitiva, mejora la calidad de vida de los pacientes.

* Contenido impulsado por Celgene, una compañía de Bristol Myers Squibb

“Se ha avanzado enormemente en el conocimiento de los SMD”

Dra. Mar Tormo (médico adjunto de Hematología del Hospital Clínico Univ. de Valencia y vicepresidenta de la Asoc. Valenciana de Hematología y Hemoterapia).

Dra. Mar Tormo

En los últimos años, tal y como explica la hematóloga Mar Tormo, “se ha avanzado enormemente en el conocimiento de los SMD lo que ha supuesto mejoras en el diagnóstico, un conocimiento mayor y más profundo del pronostico y está permitiendo el desarrollo de nuevos tratamientos”. 

Gracias a la investigación conjunta de clínicos, investigadores y la industria farmacéutica, se están desarrollando numerosos ensayos clínicos que podrán aumentar considerablemente el arsenal terapéutico en los próximos años. “A lo largo de mi vida profesional he podido comprobar cómo ha mejorado el pronostico y la calidad de vida de los pacientes con SMD. Hasta hace unos años no disponíamos de ningún tratamiento alternativo para los pacientes de alto riesgo a excepción del trasplante alogénico, del que sólo se benefician una minoría, dada la rareza de esta enfermedad en pacientes jóvenes”. Actualmente, sin embargo, existen opciones con las que muchos pacientes de edad avanzada han visto mejoradas sus expectativas de supervivencia y su calidad de vida. “Para el paciente con SMD de menor riesgo también están apareciendo tratamientos novedosos muy esperanzadores. Es muy importante la inclusión de nuestros pacientes en ensayos clínicos donde se están probando nuevas moléculas con resultados muy prometedores”.

“La talasemia precisa un abordaje multidisciplinar”

Dra. Leonor Senent (jefa de sección de la Unidad de Diagnóstico Hematológico del Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Univ. La Fe de Valencia).

Dra. Leonor Senent

Las talasemias son las alteraciones monogénicas más frecuentes en el mundo: entre el 1 y el 5% de la población mundial es portadora de mutaciones que las causan. Su incidencia es muy variable y, en concreto, la beta talasemia es más prevalente en la zona mediterránea y el Sudeste Asiático. “Los movimientos migratorios han extendido las talasemias y otras hemoglobinopatías a todo el mundo, incluyendo zonas donde la incidencia era muy baja. Actualmente este grupo de pacientes es considerado en muchos países como un problema de salud pública importante”. “Es una patología que precisa un abordaje multidisciplinar (internistas, hematólogos, genetistas, pediatras). El cuidado de estos pacientes conlleva un importante consumo de recursos sanitarios, desde el diagnóstico hasta conocer y tratar las complicaciones de este grupo de pacientes a lo largo de su vida”. La buena noticia es que la mejor comprensión de la fisiopatología de la beta talasemia conlleva un mejor uso de los tratamientos convencionales y permite el desarrollo de nuevos fármacos para mejorar los niveles de la anemia y disminuir la sobrecarga férrica, con mínimos efectos secundarios. Actualmente se están investigando tratamientos mediante terapia génica y las estrategias destinadas a mejorar la disregulación del hierro también son prometedoras.