Primero llegó el virus original. La cepa madre, la primera que se detectó en Wuhan hace más de dos años. Era la primera variante del coronavirus. Después el virus comenzó a mutar y comenzaron a aparecer todas las nuevas variantes: británica, californiana, del diablo... Beta, Delta... y por fin Ómicron. Han sido dos años de constante aprendizaje y evolución, tanto por parte de la medicina y de los responsables de Salud Pública como por parte del virus, que no ha dejado de evolucionar desde que, tal como apuntan todas las hipótesis, saltó por primera vez al hombre en China.

Como todos los virus que pertenecen a la familia coronavirus, el SARS-CoV-2 (nuestro coronavirus), tiene una extraordinaria capacidad para mutar. Tanta que en muy poco tiempo puede presentar pequeños cambios al azar en las proteínas que conforman su cubierta y su espícula. Cada vez que se producen estas mutaciones entra en juego la evolución y solo ella decide si esas mutaciones otorgan al virus una mejora competitiva respecto a otras variantes o la original. Estas mejoras pueden ser de cualquier tipo: mayor transmisibilidad, más virulencia, mayor facilidad para el contagio, mejoras en su cubierta celular que la hagan invisible a los anticuerpos.... Los cambios genéticos son mínimos pero sus resultados pueden no serlo.

El coronavirus sufre mutaciones al azar que pueden crear las nuevas variantes del virus

¿Cómo ha ido evolucionando el coronavirus en sus diferentes variantes?

La rápida evolución del virus en estos dos años ha estado marcada por la aparición de diferentes variantes que han ido sumando mejoras a la variante Alfa, la original detectada en Wuhan. Es difícil analizar si estas variantes son más o menos agresivas o letales que la primera versión del coronavirus. La viróloga Margarita del Val ha explicado que la evolución del virus ha ido pareja a la lucha de la ciencia por buscar la vacuna.

Mientras el virus cambiaba, los científicos fueron creando las primeras vacunas contra el covid y los países comenzaron a administrarlas de forma masiva durante los últimos poco más de 12 meses. Esta inmunización ha atenuado la capacidad del virus de provocar serias complicaciones respiratorias como las detectadas durante los primeros meses de la pandemia de coronavirus.

Del Val ha reconocido en varias entrevistas que es complejo determinar si las últimas variantes del covid son menos agresivas y generan menos complicaciones respiratorias que las anteriores porque, en realidad, el virus se está enfrentando a una población ampliamente protegida por las vacunas así que una menor mortalidad no implica necesariamente menor agresividad de la variante sino el éxito de la inmunización inducida por la vacuna.

En lo que sí coincide la inmunóloga es en la clara evolución que el virus ha tomado hacia variantes mucho más transmisibles, que han mejorado su capacidad de contagio respecto a la original.

Hacia dónde evolucionan este tipo de virus: Cómo pueden ser las siguientes variantes.

Es una incógnita. La aparición de nuevas variantes del virus depende de cómo se comporte el virus, por ejemplo, dentro de poblaciones donde prácticamente no se han administrado las vacunas. Es en esos puntos donde mayor circulación del virus puede haber y, por tanto, mayor posibilidad de mutaciones.

Sin embargo, Margarita del Val reconoce que la observación del comportamiento de otros virus respiratorios apunta a que estos patógenos tienden a desarrollar versiones menos agresivas y letales con el paso del tiempo y mucho más transmisibles.

 Covid en Valencia: última hora