Más de un año de vacuna contra el covid y en la mayoría de los casos tres dosis dosis puestas. Palabras como vacuna, adenovirus, ARN mensajero, sistema inmune o anticuerpos no han dejado de repetirse durante los últimos meses pero lo cierto es que el éxito de la vacuna va más allá y se basa en un principio que lleva garantizando el éxito de las vacunas, todas, desde hace décadas. Es probable que muchos pacientes crean que la efectividad de la vacuna depende del número de anticuerpos que genera el cuerpo y que cuando estos comienzan a decaer es necesario volver a inyectarse dosis de refuerzo o de recuerdo para recuperar este ejército de anticuerpos y, en parte, se trata de una verdad no del todo cierta.

Las vacunas, también la española desarrollada por Hipra, desencadenan en el organismo una respuesta inmune muy compleja que permite al cuerpo identificar y defenderse del virus, en este caso del coronavirus, en caso de infección. Una parte muy importante de esta reacción inmune son los anticuerpos.

¿Qué son los anticuerpos?

Los anticuerpos son pequeñas partículas, denominadas glucoproteínas, que generan los linfocitos B y que circulan por la sangre a la busca y captura de los virus que pueden dañar el organismo. Los anticuerpos encajan perfectamente con los antígenos de los virus para los que fueron generados. Es decir, el sistema inmune genera anticuerpos específicos que identifican a virus concretos, anticuerpos para por ejemplo la gripe, la varicela y también para el coronavirus. Una vez encontrado, los anticuerpos se unen a la superficie celular de los virus y se convierten en una especie de faro que señaliza y atrae a a otro tipo de linfocitos que destruyen a los patógenos.

Los anticuerpos son pues una parte esencial de la respuesta inmune ante el coronavirus y cualquier otra infección pero no es la única.

Al igual que sucede con todas las enfermedades, la cantidad de anticuerpos disminuye con el paso del tiempo. Sin embargo, esta reducción no implica necesariamente la pérdida de inmunidad o que la vacuna haya fracasado. En realidad forma parte natural de la adaptación del sistema inmunitario. Durante la respuesta inmune no solo se generan anticuerpos sino también se producen otro tipo de célula encargada de la inmunidad a largo plazo. Se trata de los linfocitos T de memoria y tienen mucho que ver con la llamada inmunidad celular.

Qué son los linfocitos T de memoria y qué papel desempeñan en la inmunidad celular en la vacuna contra la covid

Linfocitos de memoria en el vacuna covid

Son la base del éxito de cualquier vacuna y también están relacionadas con la respuesta inmune inmediata en caso de que haya reinfección. La principal característica de este tipo de linfocitos es su capacidad de sobrevivir durante años (en algunos casos son de por vida) después de que se haya eliminado del cuerpo el virus. La cantidad de anticuerpos va disminuyendo progresivamente con el paso del tiempo, hasta un momento en el que solo quedan linfocitos memoria.  Las células T de memoria, si se generan, son capaces de migrar a los órganos del cuerpo y alojarse allí por largo tiempo, además de circular por linfa y sangre.

La ventaja es que, si al mismo patógeno se le ocurre atacar por segunda vez al organismo, las células T residentes inmediatamente montan una respuesta inmune, avisan al sistema inmune innato y se comienza la producción de anticuerpos.