Europa ha lanzado un alerta global tras detectar un macrobrote de salmonella en huevos de origen español que, por el momento, se ha cobrado la vida de dos personas y ha provocado la infección de otras 272, aunque se espera que esta cifra aumente en los próximos días.

La situación ha desatado el miedo a la salmonella después de que se hayan registrado 216 casos en Francia, 22 en España, 12 en Países Bajos y 12 más en Reino Unido, y 7 en Noruega y Dinamarca. Los fallecidos se han localizado uno en España y otro en Francia.

Qué es la salmonella

La salmonella es una bacteria que suele llegar al ser humano a través de gallinas, vacas y reptiles como las tortugas, los lagartos y las iguanas. La infección por salmonella, la salmonellosis, se transmite habitualmente por los alimentos. Aunque hay varios tipos de productos que pueden actuar como transmisores, los contagios se suelen dar a través del consumo de huevos e incluso de leche y carne de ternera o aves de corral, si estos animales están contaminados.

El contagio se produce cuando el alimento que se consume ha sido contaminado con las heces de un animal infectado de salmonella. No hace falta que estos alimentos hayan estado en contacto directo con los excrementos, sino que también puede suceder que hayan crecido en una tierra contaminada con las heces de animales enfermos.

Los contagios se producen cuando los huevos, carnes o leche no están lo suficientemente cocinados, ya que es necesario que esos productos alcancen temperaturas de más de 75 ºC.

Síntomas de salmonella

Los signos de una infección por salmonellosis son varios; a continuación, los más comunes:

  • náuseas y vómitos
  • retortijones
  • diarrea (sanguinolenta)
  • fiebre
  • dolor de cabeza

Síntomas de salmonelosis. SHUTTERSTOCK

Los síntomas de la salmonellosis pueden mostrarse entre 6 y 72 horas después de haber ingerido un alimento contaminado y lo habitual es que la enfermedad se prolongue entre 4 y 7 días. Es común que el médico permita que la dolencia se resuelva por sí misma, salvo en grupos de riesgo, en los que se suele administrar antibióticos para acabar con la infección y evitar que se extienda por el organismo.