La iboga es una planta con propiedades estimulantes o incluso alucinógenas que tradicionalmente se ha utilizado para ritos de iniciación y de paso en determinadas poblaciones de África occidental.

Se trata de viajes iniciáticos en los que el adolescente deja atrás su condición de niño para convertirse en un adulto a ojos de toda su comunidad. Y, ahora, la iboga podría convertirse en una excelente forma de luchar contra las adicciones, no sólo a los opiáceos como la heroína, sino también a estupefacientes como la cocaína, ya que mitiga los deseos compulsivos de consumir.

Qué es la iboga

La iboga es el nombre por el que tradicionalmente se conoce a la planta denominada Tabernanthe iboga de manera científica. Se trata de un arbusto que no sobrepasa el metro y medio de altura, con hojas estrechas y flores llamativas, con pétalos curvos y de colores amarillo, rosa o blanco.

La corteza de su raíz es la que contiene la ibogaína, un alcaloide que resulta estimulante en cantidades pequeñas y que, de hecho, se emplea para reducir la sed y el hambre en condiciones extremas de trabajo. En mayores cantidades, sus efectos son alucinógenos y, en dosis elevadas, puede resultar peligrosa debido a que tiene la capacidad de ocasionar parálisis e incluso paros respiratorios.

Pero es su efecto en el sistema nervioso central y su relación con el consumo de drogas lo que más llama la atención. Diversos estudios y testimonios apuntan a que la iboga es útil para controlar la compulsión por tomar estupefacientes. En concreto, se ha señalado en numerosas ocasiones y circunstancias su conveniencia para tratar la adicción a los opiáceos y en menor medida para atender el consumo de cocaína o anfetaminas. En cuanto al alcohol y las benzodiacepinas, la iboga no parece funcionar, pese a que en los experimentos con animales sí se ha observado que disminuye la necesidad de ingesta de alcohol.

Fue en 1962 cuando las propiedades de la iboga salieron del continente africano y empezaron a explorarse en Estados Unidos. Allí, un joven de Nueva York adicto a la heroína y otros seis drogadictos más decidieron experimentar con la iboga y cambiaron el opiáceo por el consumo de esta planta. Al día siguiente, todos menos uno dejaron de consumir heroína y lo mejor de todo: no sufrieron síndrome de abstinencia ni tuvieron deseos de consumo.

Iboga, planta de África conocida por su acción contra las drogas.

Tras esta experiencia, se multiplicaron las voces que exigían un estudio detallado sobre las propiedades de la iboga y los beneficios que ésta podía aportar a los consumidores de drogas. En la década de los años 90 del pasado siglo se realizaron varios ensayos clínicos, aunque ninguno de ellos fue concluyente y, poco a poco, se apagó su influencia entre las instituciones. Sin embargo, entre los consumidores se extendía su popularidad y muchos fueron los que tomaban iboga de manera alternativa al tratamiento clínico de su adicción.

Actualmente, tanto la demanda de iboga como los proveedores se han multiplicado exponencialmente, sobre todo en países como Brasil, México, Canadá, Tailandia o Sudáfrica, entre otros. Desde 2009, Nueva Zelanda acepta la iboga o ibogaína como medicamento.