Que fumar es malo y que el tabaco es perjudicial para la salud está fuera de toda discusión. De hecho, es bien sabido que fumar es la principal causa de muerte de entre todas las que se pueden prevenir. Es más, el tabaco mata prematuramente cada año a más de 100.000 personas (102.000 fallecidos se registraron de 2020 a 2021) en España y a casi medio millón en Estados Unidos.

Y pese a que en los últimos años la situación parece haber mejorado y ya son muchos los jóvenes (y los no tan jóvenes) que optan por dejar el tabaco de lado, todavía son cientos de miles de personas las que siguen fumando diaria u ocasionalmente. Sólo el año pasado, casi el 40 % de la población española de 15 a 64 años consumió tabaco en algún momento de 2021, mientras que el 36,8 % lo hizo en el último mes y el 32,3 % lo hizo de manera diaria, según los datos del informe 2021 del Ministerio de Sanidad sobre consumo de drogas, alcohol y tabaco.

Las cifras disminuyen con respecto a lo sucedido en años anteriores, pero aún muy lentamente. Y eso a pesar de que es de todos conocidos que fumar mata y que un gran porcentaje de esos fallecimientos prematuros (el 36 %) se debe al cáncer provocado por el tabaco, el 39 % a enfermedades cardíacas y un 24 % a enfermerdades pulmonares. De hecho, los fumadores tienen un índice de mortalidad tres veces más alto que aquellos que no han fumado nunca.

Consecuencias del tabaco. Pexels/JESSICA TICOZZELLI

Consecuencias del tabaco

Así las cosas, las consecuencias de fumar o consumir tabaco son muchas veces mortales. Y, cuando no lo son, resultan extremadamente perjudiciales para la salud. Porque fumar daña casi cada órgano y reduce el estado de salud de la persona de manera generalizada.

Las consecuencias más comunes del tabaco son las siguientes:

  • Cáncer: causa cáncer de pulmón, esófago, laringe, boca, garganta, riñón, vejiga, hígado, páncreas, estómago, cérvix, colon y recto, además de leucemia mieloide agua.
  • Graves enfermedades del corazón, apoplejías, aneurisma de aorta, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, bronquitis crónica, enfisema, diabetes, osteoporosis, artritis reumatoide, degeneración macular y cataratas
  • Mayor riesgo de dolencias como neumonías, tuberculosis, inflamación y debilitamiento del sistema inmunitario

Y, por si esto fuera poco, ahora se ha hecho público un vídeo en el que se muestra cómo trabajan los pulmones de un fumador y cómo lo hacen los de una persona que no consume tabaco. La diferencia es notable, no sólo por coloración y aspecto, sino por cómo el pulmón cumple o no con su misión de proporcionar aire al torrente sanguíneo.

Viendo estas imágenes, no es de extrañar que las personas fumadoras se queden sin aire, tosan a menudo en busca de algo de oxígeno y no dispongan de capacidad pulmonar suficiente para afrontar sencillos retos cotidianos como subir un tramo de escaleras, practicar un deporte con exigencia cardiovascular o, simplemente, caminar a buen ritmo.