En una de las sesiones de musicoterapia para personas mayores a cargo de Mamen Verget, una de las asistentes no habla; ha perdido la capacidad de articular palabras por una enfermedad degenerativa. En mitad de la sesión, recibe un pandero con su maza y comienza a percutir una sucesión de sonidos sin descanso. «Es su forma de poder comunicarse; con sonidos, en lugar de palabras», explica la terapeuta y miembro de la directiva de la Asociación Valenciana de Musicoterapia.

Es uno de los múltiples beneficios de la musicoterapia; «una herramienta que ayuda a potenciar el bienestar de las personas mayores». Tenerlos, los tiene a diversos niveles. En el terreno físico, «trabajando la motricidad y la coordinación»; en el cognitivo, desarrollando la memoria o la atención; en el emocional, porque «descargan emociones»; e, incluso, en el motivacional. Mamen explica que muchos ancianos «tienen pereza» y la música «les ayuda a combatirla». 

Indistintamente de los ejercicios planteados o las capacidades que pretenda trabajar, su principal cometido es que las personas mayores «disfruten y se lo pasen bien —, confiesa—; algo que no consiguen otras terapias». 

Para conseguirlo, les plantea todo tipo de ejercicios, aunque confiesa que los que más triunfan son con los que "recuerdan canciones del pasado; son sus preferidos". Eso sí, depende mucho del perfil de los usuarios. "Aquellos que viven un envejecimiento activo son muchos más proactivos que los que tienen algún tipo de demencia, por ejemplo, para los que hay que utilizar otro tipo de ejercicios".

Musicoterapia en hospitales

De hecho, la musicoterapia es una técnica que, ahora, se empieza a implantar en los centros médicos de la Comunitat Valenciana. «La musicoterapia tiene la capacidad de desarrollar, potencia y reparar funciones del individuo», explica Eliseo Escrig, trompista y especialista en musicoterapia en el hospital de Dènia, donde trabaja en una programa piloto, donde utilizan la musicoterapia con pacientes que padecen alzhéimer o que se recuperan de un ictus, entre muchas otras patologías.

En este caso, los beneficios también son muchos. A nivel físico, "activa el sistema motor y favorece el equilibro", explica; pero, además, a nivel cognitivo "estimula capacidades relacionadas con el lenguaje, la atención o la memoria" y, por último, en el terreno emocional, les permite "mejorar su expresión verbal y no verbal, así como impulsar la expresión de sus emociones o reducir los niveles de estrés y ansiedad".

En su trabajo diario con los pacientes —tiene programadas sesiones colectivas, principalmente, aunque también algunas individuales, dependiendo de las particularidades del paciente—, les interpreta melodías con su instrumento, en las actividades más receptivas, en las que el paciente tiene un rol más pasivo. Pero, también, implementa ejercicios activos, en los que los pacientes «tocan instrumentos de manejo sencillo, como pequeña percusión, o ejecutan sonidos con el cuerpo, se mueven, bailan o cantan; en definitiva, se expresan», concluye.