Profesor titular de universidad, acreditado como catedrático, licenciado y doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra, el especialista en Oncología Médica asumió el cargo de jefe del Servicio de Oncología Médica del IVO, así como de director científico del Centro del Cáncer, tras la jubilación del doctor Guillem este verano. 

P: El pasado mes de julio asumió la jefatura del Servicio de Oncología Médica del IVO. ¿Qué balance hace de estos primeros meses?

R: Es francamente positivo. He tenido la oportunidad de conocer a la mayor parte de los profesionales que hacen del IVO un centro de referencia en el tratamiento del paciente con cáncer a nivel nacional e internacional.

He experimentado de primera mano la excelente capacidad de trabajo en equipo de esos profesionales, así como su dedicación y entrega poniendo al paciente en el centro.

Igualmente, durante este periodo he podido identificar aquellos aspectos en los que, por mi formación y experiencia previa, puedo contribuir más a potenciar ese trabajo asistencial, así como investigador de la institución. 

P: Su trayectoria profesional, estrechamente ligada a la Universidad, le otorga una visión global de la Medicina. ¿Cómo valora la distancia existente entre la teoría y la práctica médica?

R: En medicina es absolutamente necesaria una elevada formación teórica, pero no resulta suficiente para lograr que el alumnado adquiera las aptitudes y destrezas que resultan cruciales en la práctica clínica diaria.

Por ese motivo, cada vez más, los nuevos programas formativos en las facultades de Medicina van orientados a una docencia basada en casos clínicos y en dinámicas para adiestrar en el trabajo conjunto entre distintos equipos.

Este tipo de formación en la que el alumno adquiere un papel mucho más proactivo, junto con el aprendizaje de las habilidades y destrezas clínicas en las prácticas hospitalarias y en centros de salud, es absolutamente esencial para una formación integral.

Por otra parte, en la práctica de la medicina resulta imprescindible el trato humano con el paciente y su familia. La empatía, la capacidad de escucha, el acompañamiento en el sufrimiento del enfermo y su entorno son aptitudes cruciales, pero que no se aprenden en los libros.

En ese sentido, los primeros años de formación especializada de los médicos residentes contribuyen, definitivamente, al aprendizaje de esas capacidades más allá de los conocimientos teóricos.

Gil-Bazo recibe a Levante-EMV en su despacho en el IVO. Germán Caballero

P: Cuenta con una dilatada trayectoria en materia de investigación. ¿Cuáles son las líneas de desarrollo en este ámbito que quiere emprender en el IVO?

R: El IVO cuenta con excelentes instalaciones, personal formado y con una larga trayectoria acreditada de investigación clínica y traslacional, especialmente en el ámbito de la medicina de precisión y del diagnóstico genómico.

Una de las líneas principales de desarrollo, en lo referente a la investigación clínica, consiste en potenciar de forma notable la atracción al IVO de nuevos ensayos clínicos de especial complejidad en fases precoces del desarrollo farmacológico en las que, verdaderamente, radica la innovación terapéutica en oncología.

En concreto, estamos logrando atraer propuestas de mucho valor para el paciente en relación a ensayos clínicos fase 1 con fármacos de nueva generación como los anticuerpos conjugados con fármaco o los anticuerpos bi o triespecíficos. 

Con respecto a la investigación traslacional, esta institución cuenta con un biobanco de tumores, referente a nivel internacional y recientemente acreditado por la normativa ISO, pionero en nuestro país en esta acreditación de calidad.

En él se custodian miles de muestras tumorales de pacientes que han deseado donar parte de la muestra de la biopsia diagnóstica.

Queremos potenciar las capacidades del centro al respecto de la investigación sobre esas muestras, específicamente proyectos que nos permitan responder a la pregunta más relevante con nuestros enfermos que es qué factores del tumor o del ambiente que lo rodea son responsables de que el tratamiento funcione o no.

Solo entendiendo por qué los tratamientos funcionan en unos pacientes y no en otros podremos plantear el diseño de nuevos fármacos y, lo que es más importante, podremos seleccionar de forma adecuada el mejor tratamiento para cada enfermo.

En eso consiste la medicina personalizada de precisión.

P: ¿Es una utopía?

R: No, es algo muy real. Aunque existe un margen todavía grande para la mejora, también una proporción relevante de enfermos con cáncer que se beneficia de ella.

No debemos olvidar, no obstante, que la personalización de los tratamientos consiste también en preguntar a cada paciente qué tratamiento, dentro de los disponibles, cumple mejor con las expectativas del enfermo en aspectos muy relevantes como la calidad de vida, la mejora funcional, los efectos adversos, etc.

Este punto es la base de la personalización y no tratar a todos los pacientes de la misma manera, independientemente de sus preferencias.

P: Medicina molecular y estudios genómicos parecen perfilarse como las claves para consolidar la reclamada medicina de precisión. ¿Cuál es su importancia?

R: La importancia de este tipo de estudios es máxima. Realizar un estudio pormenorizado de las alteraciones genéticas que presenta cada tumor para cada enfermo permite identificar cuál es la razón biológica por la que en ese paciente concreto ha surgido ese tumor.

Pero lo que es más importante es que, si bloqueamos su acción, podremos controlar el crecimiento del tumor. En ese sentido, disponemos de un número creciente de medicamentos dirigidos frente a esos genes directores del tumor que permiten bloquear su acción y, por lo tanto, inhibir el crecimiento del cáncer.

El doctor Gil-Bazo. Germán Caballero

Hay que tener en cuenta que la quimioterapia convencional no distingue las células tumorales de las células sanas ni reconoce una parte específica del tumor para actuar frente a él.

El tratamiento dirigido en base a esa información genética, sin embargo, sí permite seleccionar de forma específica la diana frente a la que se dirige el tratamiento y actuar selectivamente sobre las células que presentan dicha alteración anormal de los genes que son precisamente las células tumorales.

P: Por tanto, ¿la terapia dirigida es el futuro de la oncología?

R: La terapia dirigida es un arma terapéutica muy útil, aunque, por el momento, solo para una proporción limitada de pacientes.

La esperanza es que de forma progresiva lo sea también para enfermos con otros tipos de tumores. No obstante, junto con la terapia dirigida, los nuevos tratamientos de inmunoterapia y la terapia celular adoptiva son el futuro del tratamiento oncológico para pacientes con enfermedad avanzada.

Para aquellos con tumores localizados, sin embargo, las nuevas técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas robotizadas y las nuevas modalidades de tratamiento de radioterapia, cada vez más precisas, más eficaces y menos tóxicas, son parte del presente y especialmente del futuro.

P: ¿Cuáles considera que son las fortalezas del servicio que ahora encabeza?

R: Fundamentalmente, el enorme capital humano, la experiencia, formación y la gran valía y esfuerzo de los profesionales que constituyen mi equipo y el resto de profesionales del centro.

Ellos son la verdadera clave de que el IVO sea un centro de referencia en el tratamiento de los pacientes con cáncer. Sin ellos, el resto de capacidades de la institución, como su avanzada tecnología diagnóstica y las últimas alternativas tecnológicas para el tratamiento de los tumores, carecerían de valor.

Además de ese capital humano, valoro especialmente la enorme dedicación del equipo, su iniciativa e ilusión por mejorar cada día por medio de la innovación terapéutica de la mano de los ensayos clínicos y de la investigación traslacional en general.