Mirada de frente, con las estampas, las velas y el silencio, podría pasar por una capilla. Además, el paso, el de la Crucifixión del Señor, es uno de los de mayor expresión dramática. Pero abriendo el plano, las cosas cambian: se ven espalderas. Arriba, una canasta replegada. Desde arriba se ve la «bombilla», la linea de tiros libres y la de triples. Es lo normal porque la imagen se venera en el pabellón del Colegio Pureza de María, el centro educativo más emblemático del Canyamelar.

Cofradías y hermandades reparten las imágenes en diferentes espacios: su propia sede social, el «domicilio agraciado» (la casa del cofrade o el clavario que la exhibe) o algún espacio adecuado para ello. El Cristo Yacente de la Hermandad del Santo Sepulcro, por ejemplo, se exhibe en la puerta de un puesto de venta de «clotxines», ahora fuera de temporada. El Ecce-Homo, una de las tallas más visitadas, se ha trasladado este año fuera casi de los límites de los Poblats Marítims: en la calle Blas de Lezo, pero al otro lado de las antiguas vías del tren, ya bordeando con Beteró. Hay lugares que son especialistas en acoger imágenes, como la planta baja de Reina 209, donde raro es el año en que no se acoge una imagen, en este caso la Dolorosa de los Granaderos del Cabanyal.

Todas ellas permiten una visita de una jornada, que tiene en el día de hoy, donde prácticamente no hay procesiones, una de las últimas oportunidades. La Semana Santa está finalizando y el lunes, las imágenes serán trasladadas a las parroquias que lo acogen. Las que no pasan al Museo, lugares donde pasarán el año hasta la nueva Semana Santa.