Se acabó lo que se daba. Cristo ha resucitado y todo el mundo está contento por ello. Y prueba de ello es que los Poblats Marítims bulleron ayer de actividad y movimiento de masas al ritmo de música variada. Los cuatro mil cofrades, Cristos, personajes bíblicos y romanos desfilaban igual con música folclórica como con la de la película «La Gran Evasión» o de Nino Bravo. Mucha, mucha gente y eso, a pesar de que el desfile de Resurrección acaba siendo intempestivo. Por la mañana se producen los encuentros de madre e hijo y después se recorren los barrios para dar de comulgar a los impedidos. Eso provoca que el desfile, lo más pinturero que tiene la Semana Santa Marinera, retrase su inicio hasta la una. Y eso provoca que, como el recorrido es tan largo, el estómago avise que quiere algo y, sin embargo, puedas estar todavía en la mitad del recorrido. Pero el ayuno no propició, ni muchos menos, la espantada general.

El colofón de la Semana Santa se completó con las calles a reventar, con gritos de «¡Guapa!» y «¡Guapo!» indistintamente de que fuera hombre o mujer, cofrade o personaje. Todos son guapos en un desfile rápido y que, por sus especiales características, lo hace totalmente diferente a cualquier otra manifestación semanasantera que se haga en territorio español. A pesar de lo cual la «SSM» sigue siendo una gran desconocida.

«Es que pasa también en la propia ciudad. Por ejemplo, el sábado por la noche había mucha gente perdida, preguntándose de qué iba esto. Es decir, si en la propia ciudad no se acaba de conocer o entender todo lo que aquí sucede, es más difícil pensar que lo entienda el turista británico que se lo encuentra. Es una labor de años y de trabajo que se está haciendo en las concejalías del Ayuntamiento, pero que requiere su tiempo. El primer gran reto está de Serrería hacia adentro», teorizaba al respecto al concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, quien también señalaba el problema de fechas de este año. «Venimos de unas Fallas muy intensas y hay mucha gente que ha aprovechado el fin de semana para irse. Pero me consuela que el resto de la ciudad estaba literalmente vacía, que sólo había turistas. Mientras que aquí, por contra, sí que había mucha gente. Es decir, la gente de la ciudad que se ha quedado, ha venido aquí. Pero es el problema que tiene que sea una fiesta de fechas móviles», añadía.

El año próximo, mejor

El año próximo sí que se oxigena el calendario: el Domingo de Ramos será el 14 de abril, casi un mes después de Fallas. Más metidos en la primavera, aunque, salvo algún día ventoso, la meteorología ha sido especialmente generoso con la Semana Santa, lo que ha redundado en un buen nivel de ocupación de los establecimientos de hostelería en los días en los que se puede «morder» de verdad: los dos domingos grandes, jueves y viernes.