La Semana Santa Marinera trató de poner ayer al mal tiempo buena cara. Ante las adversidades meteorológicas poco se puede ayer y lo que no tiene remedio, no lo tiene. Por consiguiente, y ante la nueva avalancha de suspensiones, el Sábado de Gloria se empleó en tratar de hacer y prever arreglos lo más dignos posibles.

Todo esto tiene mucho que ver con la jornada de este domingo. La Junta Mayor anunció que se tomará la decisión finalmente hoy mismo por la mañana, apelando a esa esperanza de que el tiempo mejore, como en algunos portales de internet se señala, y que es el clavo ardiendo al que se aferran hermanos y cofrades. Por lo menos, para tratar de salvar el último acto colectivo.

Dos generaciones han transcurrido teniendo, como mínimo, uno de estos actos. Y el de Resurrección es uno de los más estimados.

Otros optarán por hacer versiones seguras de sus actos. Por ejemplo, uno de los momentos culminantes de la Semana Santa Marinera es el encuentro del Cristo de Medinaceli con la Dolorosa en el Grao. Pues se hará en el interior de Santa María del Mar, salvo que el viento role a favor y permita una tregua en los cielos que de pie a sacar las imágenes. Lo mismo harán con la ofrenda en el puerto. Si no puede salir el Cristo, no saldrá, pero los cofrades sí que acudirán, aún de paisano, para recordar a los que ya no están.

Los oficios religiosos se mantienen, pero todo lo demás quedará a expensas de las condiciones meteorológicas. Que incluso ha impedido, una vez pasado el Santo Entierro, trasladar las imágenes y andas que tocan al Museo de Semana Santa. Tan feo es el fin de semana, que incluso hay dudas de que el lunes puedan realizarse los traslados de imágenes que quedan como particular resopón de las fiestas. Ayer, mientras, los colectivos empezaban a dar buscar soluciones a cuestiones como la más que notable inversión en flores realizada pensando en la fiesta de Resurrección. Si no se pueden lanzar al público, se harán ramos y centro (algunos ya los hicieron ayer) para regalar a madres, para llevar al cementerio o para ofrendar a las propias vírgenes y cristos en sus respectivas parroquias. Qué remedio. Y es por eso que algunas de las sedes se convirtieron ayer en particulares talleres de floristería apañando centros para lo que sea necesario. El único consuelo cristiano es pensar en los beneficios que puedan recibir aquellos que necesitaban el agua. Y ayer, mientras tanto, las sedes acogieron también a aquellos que quisieron pasar el sábado, una jornada con pocas procesiones y que suele ser la particular transición antes del fin de fiestas. Por eso, el olor a paella salía de muchas de ellas, como en la del Grao, además, se llevaban todas al colegio de la Purísima para un particular «acto colectivo»: la comida de hermandad de cofradías y hermandades en la que cada colectivo se cocina su arroz y se disfruta en la compañía de doscientos colegas.

Si hubiera arreglo en las alturas -todo depende de «allá arriba»-, hoy hay procesiones matinales con encuentros y, a la una, todos los miembros de la familia semanasantera celebran la Resurrección de Jesús con sus mejores galas y una sonrisa en los labios, con mucha gente en las aceras, flores lanzadas al viento y muchos políticos en la tribuna, para terminar, al filo de las tres de la tarde, con el «caracol», una particular coreografía simbólica que se da en la Plaza de la Cruz. Bastará con asomarse por la ventana. Si no, quedará el consuelo de pensar que el 3 de abril de 2020 será el Viernes de Dolores.