J. R. S., Valencia

La situación económica que atraviesa la Academia de Bellas Artes de San Carlos debido al retraso de la subvención de la Generalitat y lo exiguo de la misma frente a las cantidades que perciben otras instituciones de carácter privado o público ha llevado a San Carlos al reciente cierre de su archivo y de su biblioteca.

Además, el organismo bicentenario y una de las instituciones consultivas de la administración autonómica en cuestiones relativas a Patrimonio Cultural ha perdido a los dos funcionarios que tenía asignados por parte de la Administración y se ha visto obligada a ralentizar sus actividades y a dejar de lado algunos de sus proyectos. La situación es sorprendente. Mientras la Generalitat afronta proyectos millonarios y destina a otros efímero cantidades sustanciales San Carlos languidece. Es la consecuencia de algo largamente advertido y la constatación de promesas políticas incumplidas.

El propio presidente de la Academia de Bellas Artes, Joaquín Michavila, confirmaba a este diario la complicada situación que atraviesa el organismo y añadía que en la actualidad sobrevive internamente gracias a un crédito de once millones suscrito con una entidad financiera y a las aportaciones menores de instituciones como la Diputación o el Ayuntamiento de Valencia.

La Academia de San Carlos firmó a comienzos de la década de los noventa un convenio con la Generalitat por el cual cedía en depósito su colección pictórica al Museo de Bellas Artes de Valencia, San Pío V, a cambio de una aportación anual y de unas instalaciones dignas en el propio centro museístico. La cantidad anual se sitúa en torno a los 120.000 euros. Apenas ha crecido en estos últimos años y la zona que la Academia ocupa en el edificio del museo lleva años pendiente de restauración. De hecho, fue excluida por Esperanza Aguirre durante su etapa de Ministra de Cultura de la fase de ampliación del museo.

Las diferencias en la forma en que Cultura ha gestionado el legado de San Carlos depositado en el Museo de Bellas Artes tampoco ha sido para la Academia la más adecuada, incluso sus protestas han llegado a ser públicas. Sin ir más lejos, el propio Michavila recordaba que recientemente la muestra Bajo la cólera de Vesubio que reúne grabados, dibujos y libros de los fondos de la Academia ha sido llevada a Alicante, tras más de año y medio ya de itinerancia, sin que se haya consultado a sus propietarios, al propia Academia de Bellas Artes. «En la actualidad sólo tenemos una persona empleada», confirmó el pintor y académico quien recordó que el organismo no recibe ninguna cantidad económica por los informes que realiza para la Generalitat cada vez que incoa un expediente de declaración de Bien de Interés Cultural (BIC). Michavila manifestó que los gastos siempre corren del bolsillo de los académicos.

Este hecho contrasta con las cantidades que perciben los miembros del Consell Valencià de Cultura (CVC) -una media de casi 500 euros de dieta por día- por la elaboración de los mismos informes. «Hacemos lo mismo pero nosotros gratis», añadió el pintor y académico.

Cada declaración de BIC necesita de tres informes de instituciones consultivas como son San Carlos, el CVC o las universidades valencianas.

El presidente de la Academia de Bellas Artes aseguró que su institución realiza una media de siete informes anuales relacionados con declaraciones de Bien de Interés Cultura y que no percibe cantidad alguna por este concepto ni incluso cobra de la Generalitat por los desplazamientos que también corren a cuenta de los académicos. «Todo el mundo pide y a todos les dan pero mientras tanto allí nosotros con una mano delante y otra detrás», ironizó Michavila sobre este asunto.