Efe, Londres

En una de las cartas, fechada en el Palacio de Kensington, su residencia oficial, el 6 de agosto de 1997, la princesa agradece a su novio, al que se dirige como «querido Dodi», las vacaciones de seis días que pasaron en su yate.

«Esto viene con todo el cariño del mundo y como siempre con un millón de gracias de corazón por traer tanta alegría a la vida de esta chica», escribe Diana, quien murió junto a Dodi el 31 de agosto de 1997.

En otra misiva, fechada el 13 de agosto de 1997 y que le envía junto a unos gemelos, la princesa de Gales le asegura que esas joyas eran «el ultimísimo regalo» del hombre que más quería en el mundo, su padre.

«Te los doy porque sé cuanta alegría le daría saber que están en unas manos tan seguras y especiales. Con todo mi cariño, Diana», añade.

Las cartas fueron facilitadas durante el interrogatorio de una de las mejores amigas de Diana, Rosa Monckton, quien aseguró que aunque Diana tendía a hablar y escribir «de una forma extravagante», las cartas eran «más» que un intento de hacer a alguien feliz.

«Querido papá»

Al mismo tiempo, la comisión examinó la correspondencia que en el año 1992 intercambiaban la princesa y el duque Felipe de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II de Inglaterra. En dichas cartas, la por entonces esposa del príncipe Carlos pasaba un mal momento en su matrimonio y decidió pedir ayuda a su suegro quien se ofreció amablemente a aconsejarla. Las misivas tienen fechas entre los meses de junio y septiembre de 1992 y en ellas Diana, que siempre escribe a mano, se dirige al duque como «querido papá», un saludo que desmiente las frías relaciones que, decían, mantenían ambos.

En la primera carta de la que se tiene constancia, Diana agradece a Felipe que «esté dispuesto a ayudar» y ambos se ponen de acuerdo para continuar enviándose cartas ya que en aquella «situación» la consideraban la única forma efectiva de comunicación.

A partir de ahí, suegro y nuera continúan con un intercambio de cartas en las que él asegura que hará «todo o posible para ayudar» a la princesa y a su marido, aunque confiesa que no tiene «dotes de consejero matrimonial». Aún así, escribe varias misivas a Diana, en las que comenta lo que puede hacer para salvar su matrimonio.

También destaca una carta en la que el duque cree que tantos consejos han hecho enfadar a su nuera y cuando finalmente ella contesta le escribe: «¡Menos mal!: en los últimos días tenía la impresión de que me había excedido en mi última carta. Te agradezco tu comprensión y que me hayas respondido».