Es que no nos conformamos con nada. Una de mis amigas anda preocupada estos días porque su hijo, desde que empezó el movimiento de Democracia Real Ya, apenas pisa la facultad y se pasa horas en la calle repartiendo panfletos y participando en asambleas.

«No, si a mí me parece bien que el chiquillo esté indignado y demuestre que tiene sangre y que las cosas no le dan igual, pero que proteste cuando termine los exámenes y no ahora a punto de acabar el curso», se queja mi amiga que de joven era del PC pero que con los años se ha atemperado y ahora lo que quiere es que el chaval acabe arquitectura y se sitúe.

Frente a ella, un compañero se lamentaba el otro día de que a su hijo de 20 años no le interesa lo más mínimo el movimiento del 15M, y que ni siquiera por curiosidad se ha preocupado de lo que está ocurriendo en las plazas de las principales ciudades de España. Mi compañero, que presume de haber corrido delante de los grises justo después de morir Franco aunque entonces no debía tener más de 14 o 15 años, no da crédito a la indiferencia de su retoño, y eso que una noche de la semana pasada lo llevó engañado a una de las asambleas a ver si se concienciaba. Pero nada, el chico va a lo suyo, a sus estudios y a su novia.

Con lo que a él le hubiera gustado que su retoño le saliera guerrillero... Si es que proyectamos lo que queremos en ellos y, claro, luego a veces vienen las sorpresas. Quieres que tu hijo se haga médico y se vaya una temporada a Guatemala con alguna ONG y te encuentras con que lo que le interesa es la prima de riesgo.

Tú eres de un partido y él vota el contrario. A ti te encanta la ropa y ella va siempre vestida con camisetas deformes, y no entiendes cómo llega el verano y el chaval se queda los dos meses tirado en el sofá en vez de recorrerse Europa con los amigos, él que puede. O cómo es posible que con el talento que tú tienes para el piano la niña haya salido con esos dedos cortos y tan dura de oído. Pero es que, aunque se conviertan en todo lo que nosotros queremos que sean, siempre habrá algo que deberían hacer de otra manera. A ver si no cómo se entiende lo de mi amiga.

Un chico solidario, comprometido, buen estudiante, y ella va y se queja porque anda desatendiendo algún examen en su lucha por conseguir un país mejor. Debería haberle salido un vago o un egoísta insolidario, a ver si entonces se quejaba con motivos. Ya me gustaría a mí que cuando mis hijos crezcan sean como él. Eso sí, ¿No hay forma de que el muchacho se vista de una vez como dios manda y queme esos pantalones que lleva dos tallas más grandes?