La noche del martes tuvo lugar la mayor tormenta solar en siete años y no pasó nada inadvertida en el hemisferio Norte. Uno de los efectos más llamativos del fenómeno fueron unas auroras boreales de gran intensidad y belleza que pudieron verse en países como Escandinavia, Islandia y Groenladia e, incluso, los escoceses pudieron disfrutar de este espectáculo que no suele llegar tan al sur. Pero igual que provocan efectos visuales únicos, también afectan a las comunicaciones y, por tanto, a los aviones. Varios fueron los vuelos desviados que sobrevolaban el Polo en su ruta entre Asia y Estados Unidos con tal de evitar el impacto de la tormenta.

Compañías como Delta Air Lines y United Airlines tuvieron que virar un poco más al sur la ruta de algunos aviones que habitualmente sobrevuelan el Ártico. "Las partículas de energía arrastradas por el viento solar afectan a los óvalos magnéticos polares, causan las auroras boreales, y perjudican la comunicación por alta frecuencia", explicó Eduardo Araújo Pradere, del Instituto Cooperativo para Investigación en Ciencia Ambiental: "Ningún avión de pasajeros puede volar sin comunicaciones, y esa radiación hace que los sistemas de posicionamiento geográfico (GPS por su sigla en inglés) den datos falsos". Pero esta llamarada que ha llegado a la Tierra no sólo suponía una amenaza para el tráfico aéreo, los satélites también estaban en riesgo. La Agencia Espacial Europea señaló que una erupción energética de este nivel habría podido estropear los satélites, por lo que los equipos de operaciones en la agencia siguieron de cerca la tormenta.

Las erupciones solares seguirán intensificándose. Según los expertos, esta temporada de tormentas es la más intensa desde 2005. "Ahora estamos saliendo de una fase de actividad mínima que fue atípica, fue muy larga y de poca variabilidad" y precisamente porque "estábamos en la fase de actividad mínima de las manchas solares es que ahora cada tormenta es más intensa", dilucidó Araújo.

Aún así, la Agencia Espacial Europea ha hecho balance del impacto en la Tierra de esta eyección de masa coronal resultado de la gran explosión solar registrada el pasado lunes, con la conclusión de que al final ha resultado causar una tormenta geomagnética de menor importancia, sin efectos sobre las infraestructuras terrestres. Mientras que el brote fue más fuerte que el promedio y la tormenta de protones la más fuerte en siete años, estos eventos no tuvieron un impacto en el nivel del suelo en la Tierra.

Las llamaradas solares y eventos de protones preocupan principalmente a los operadores de satélites y también son vigiladas de cerca por los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional, que en esta ocasion no corrían peligro. El reto está ahora en predecir este tipo de fenómenos con antelación para aumentar así la capacidad de protección terrestre.En la actualidad existen instrumentos para observar y monitorizar el Sol las 24 horas, lo que permite predecir las consecuencias de este tipo de fenómenos con dos o tres días.