A Miguel Boyer se le ve contento, esperanzado y agradecido con todos aquellos que, en momentos difíciles, han estado y están junto a él, ayudándole a superar la enfermedad que el 28 de febrero puso un punto y seguido en su vida. "He tenido suerte, mucha suerte", dijo ayer. A su lado, sonriente y pendiente de cada gesto y cada palabra, está Isabel Preysler, la mujer que comparte su vida desde hace 27 años y que en estos últimos cinco meses no se ha separado de él. "Gracias a mi mujer -destaca un Miguel Boyer agradecido- me he salvado".

Miguel Boyer e Isabel Preysler reciben en el porche de su residencia, en una exclusiva urbanización de Madrid, en una tarde tórrida de finales de julio. Y reciben en su domicilio porque están cansados del acoso al que, aseguran, les somete un determinado tipo de prensa empeñada en fotografiar a Miguel Boyer en su salida diaria al centro donde fisioterapeutas, neuropsicólogos y logopedas trabajan en su rehabilitación.

Boyer camina solo, sin ayuda de muletas o bastón, aunque el trabajo de médicos y especialistas aún tiene que añadir seguridad y estabilidad a su caminar. "La vida te puede cambiar en cuestión de segundos", reflexiona en voz alta Isabel Preysler, pendiente de que su esposo salga bien y sonriente en las fotos, para las que eligen el porche y un rincón del cuidado jardín que alberga la piscina al aire libre en la que, ahora en verano, Boyer nada todos los días.

"Soy el que más nada de toda la familia", comenta divertido el exministro. "Me encuentro muy bien", insiste. "Sólo descanso el domingo, pero estoy encantado". Aunque la rehabilitación le ocupa, de momento, prácticamente todo el día, Miguel Boyer saca tiempo todas las mañanas, después del desayuno, para hojear los periódicos y estar al tanto de los avatares de los mercados, de lo que pasa en la política española, en las bolsas y con la famosa prima de riesgo. "España logrará superar la situación en dos o tres años", vaticina el que fuera ministro de Economía y en los últimos años consejero en varias empresas, como Red Eléctrica o Royal Urbis.

"Está muy al tanto de lo que ocurre", añade Isabel Preysler, quien comenta el interés con el que su esposo siguió el desarrollo de la campaña electoral y las posteriores elecciones en Francia.

La señora de Boyer cuenta, divertida, cómo su marido, al recobrar la consciencia en la UCI, daba las gracias a las enfermeras "en inglés, y eso que si hay un idioma que domina a la perfección es el francés". "Es una buena herramienta (el sentido del humor) para encarar y superar una situación como ésta", afirma una emocionada Isabel Preysler.

Miguel Boyer tiene palabras de agradecimiento para los amigos, el equipo médico y en especial para su hija Ana. No tendrán vacaciones. "Miguel no puede interrumpir la rehabilitación",aclara Isabel. Antes de posar, Miguel Boyer repite "He tenido mucha, mucha suerte, podría haber ocurrido algo más gordo...", se despide.