El expresidente del Gobierno Felipe González repite su periplo vacacional en Ibiza un año más. En esta ocasión, en compañía de su nueva esposa, Mar García Vaquero, con la que contrajo matrimonio el pasado 2 de agosto en la Junta Municipal del Retiro de Madrid. González y su mujer llegaron a la isla el pasado domingo en un avión privado y se alojan desde entonces en una casa privada al pie del acantilado de Porroig, un magnífico enclave en la costa de Sant Josep.

Desde la cima de Porroig se tienen unas magníficas vistas al mar y al embarcadero de la casa en la zona residencial en la que está ubicada su residencia temporal. El lugar elegido por el exlíder del PSOE está bien protegido y cuenta con un área de privacidad alrededor de la casa, vigilada permanentemente por varios escoltas del Cuerpo Nacional de Policía que velan por su seguridad.

Pese a ello, la pareja ha tratado de hacer una vida normal y ha salido a navegar por aguas pitiusas en un precioso velero de 18 metros, con bandera española, de un solo mástil, casco azul y de nombre Amara. Es seguramente el mismo barco que alquilaron el verano pasado en su primera estancia en la isla como pareja. Lejos de los flashes y las miradas, Felipe y Mar han disfrutado de una jornada marinera en un día de aguas tranquilas y el resto del tiempo lo han pasado en la mansión de Porroig.

Días después, recibieron la visita de la hermana de Mar, Begoña García, y su marido, el empresario de ocio madrileño Pedro Trapote. Con ellos pasaron unos días la semana pasada, aprovechando el puente de la Virgen de Agosto.

Desde que son marido y mujer la pareja había logrado esquivar a los medios de comunicación, por lo que la foto de su viaje de novios era una de las instantáneas más buscadas este verano por la prensa del corazón.

Tras la semana de luna de miel ibicenca, el matrimonio partió de nuevo en avión privado rumbo a Punta Cana, donde González, anteriormente casado con Carmen Romero, tiene su mansión, para pasar unos días.