La corrida de toros de la feria de Chelva ofrecía un cartel compuesto por dos matadores de toros valencianos de reciente alternativa, ambos antiguos alumnos de la escuela de tauromaquia de Valencia y un rejoneador. Una terna tan modesta como respetable, y que posibilitó que en el centenario coso chelvano se pudiese celebrar un festejo mayor con motivo de sus fiestas patronales. Con José Hernández "El Melenas" a la cabeza de la empresa y la colaboración del ayuntamiento y la peña taurina local, el pueblo tuvo toros. Esos toros que ahora se quieren quitar en San Sebastián, como ya se han eliminado en Cataluña. Menos mal que en el resto de la geografía, y a pesar de la crisis, se siguen organizando festejos. Como el de ayer en Chelva.

Los aficionados que se acercaron a esta localidad pudieron disfrutar por la mañana de los atractivos turísticos de la ciudad, partiendo de su bien remodelada Plaza Mayor y su impresionante iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, y llegando a sus diferentes barrios judio, árabe, cristiano, morisco. Y tras disfrutar de la excelente gastronomía de la zona, bajar la comida subiendo a pie hasta el ensolerado y centenario coso taurino, situado entre el campo de futbol y ni más ni menos que el cementerio. Toda una prueba para los supersticiosos.

El encierro de El Pizarral estuvo bien presentado para este tipo de festejos, a pesar de su desigualdad. Luego, su juego estuvo presidido por la nobleza y el tranco en sus embestidas. Dentro del buen conjunto general sobresalió por su calidad el castaño lidiado en tercer lugar.

Abrió plaza el valenciano Sergio Ferrer. Se mostró como un torero de buen concepto y supo buscarle las vueltas con soltura a su parado primero. Y luego se mostró vibrante y plantando cara a su enrazado segundo.

El también valenciano Alberto Gómez hizo gala de un notable manejo del capote, y muleteó templado y compuesto a su primero. Frente al que cerró plaza anduvo de menos a más y a ambos los mató con tanta habilidad como contundencia. Por su parte, el rejoneador Héctor Barcenilla anduvo solvente y fácil en dos labores vistosas.