Francisco Cano Canito ha superado con éxito la delicada operación de cadera a la que fue sometido ayer por la mañana en el hospital Basurto, después de la caída que sufrió el pasado 23 de agosto en el entorno del hotel en el que se alojaba para, como lleva haciendo 70 años, inmortalizar a través de su objetivo las Corridas Generales de la "Aste Nagusia" de Bilbao.

"Tenía fracturado el hueso subcapital de la cadera derecha, lo que ya es grave de por sí, y eso sumado a su edad lo empeoraba aún más", explicó ayer Isabel Cano, la hija pequeña de este decano de la fotografía taurina que ya es historia viva. "Hemos pasado mucho miedo", señaló, ya que entrar en quirófano supone "asumir un riesgo" y los médicos "estaban preocupados sobre todo por la anestesia, porque a su edad la anestesia general es peligrosa".

Pero al final, la buena salud de Canito y su vitalidad se han impuesto y tras la complicada operación, que se ha resuelto con anestesia epidural, ha salido despierto y "muy contento". "Lo primero que nos ha dicho es que de aquí nos íbamos a comernos una paella", asegura Isabel, que está "muy feliz por el resultado de la operación y muy agradecida por el trato recibido por el personal del hospital y por todas las autoridades y por los amigos y profesionales del mundo del toro que se han interesado por su salud".

A Isabel, pese a haber crecido entre objetivos y capotes, trajes de luces y carretes y haber conocido desde siempre la trastienda del toreo, aún le sorprende la grandeza de un mundo que es tan pequeño como familiar.

Llamó hasta el lehendakari

"Nos hemos sentido muy arropados por todos, no podría nombrar a nadie porque no cabrían todos", añade emocionada, y destaca que solo el primer día recibieron más de 300 llamadas y al final tuvieron que apagar el teléfono "porque era una molestia para los demás enfermos". "¡Nos llamó hasta el lehendakari!", exclama.

Este ha sido el primer año en el que el fotógrafo valenciano no ha pisado la arena negra del coso de Vista Alegre delante de los toreros, para inmortalizar ese momento de miedo y esperanza que es el paseíllo, pero la mayoría de profesionales han acudido antes de sus respectivos compromisos al hospital a visitar "al maestro" y a escuchar alguna de sus historias.

"Ha estado totalmente consciente estos días, medicado por el dolor, pero muy animado y con la afición intacta", relata Isabel.

Casualidades del destino, Cano no podrá estar hoy en Linares, 65 años después de que un toro le arrancara la vida a Manolete, momento del que su cámara fue único testigo y que aún le arranca lágrimas de emoción y tristeza. No había vuelto a esa plaza y no sabe si volverá.