¿Cómo acaba uno trabajando para el presidente de Haití?

Hay una consultora española, Ostos Sola, especializada en comunicación política. Yo había trabajado con ellos en Madrid y uno de los socios, Antonio Sola, fue el director de campaña del presidente Michel Martelly. Confió en mí y me ofreció una asistencia técnica en comunicación.

¿En qué consiste su trabajo?

Ayudar a que en los medios internacionales se deje de hablar de Haití en negativo. Solo se sacan los dramas. Haití se asocia con terremoto, corrupción… Siempre conceptos negativos, cuando en realidad el país está en una senda de progreso y eso no sale.

Los ocho meses deben haber sido un curso acelerado de política internacional.

Un gabinete de prensa internacional no se diferencia del trabajo para instituciones más pequeñas. Lo que es muy diferente es la cultura del país. Pero la comunicación sigue siendo comunicación. Los periodistas tienen la misma necesidad informativa. Pero los temas son de mayor profundidad.

¿Cuál es el momento más conflictivo al que se ha enfrentado?

En Haití todos los días tienes una sorpresa. Me acuerdo de un día que hubo unas protestas e intentaron agredir al presidente con piedras. Los medios internacionales hablaban de un atentado, cuando no lo había sido. Otro momento interesante fue cuando acusaron a Martelly de tener doble nacionalidad, haitiana y norteamericana, cosa que la Constitución del país no permite y que no era verdad. Preparamos la escenificación de que Martelly no tenía pasaporte norteamericano.

En un país que ha tenido diez presidentes en 20 años, no debe confiar mucho en su estabilidad laboral.

El principio por el que rijo mi carrera es ayudar a gente buena a hacer cosas buenas. El proyecto de Martelly es apasionante. Es un hombre en el que se puede creer, y yo creo. Es una persona que antes de llegar a la presidencia ya era muy famosa por su carrera musical. Tiene muy claras las cosas que quiere. Para mí lo importante es ayudar a la gente. ¿Cuánto tiempo? Es lo de menos. Si tuviera que volver a España me sentiría muy feliz por la experiencia.

Con una realidad como la de Haití, la crisis española debe parecer menos alarmante.

En Haití se habla mucho de España, con sorpresa. La gente quiere entender cómo un país que ha sido un ejemplo de desarrollo vertiginoso está viviendo un momento tan negativo. No hay manera de que te llegue algo positivo y, cuando he llegado a España, hay un desánimo generalizado. Eso en Latinoamérica sorprende mucho. No somos un país tercermundista, somos un país rico. Sí, estamos en crisis, vale. Pero ¿dónde están los proyectos positivos? Solo se habla en positivo de fútbol.

Vamos, que el equipo de Rajoy no comunica bien.

No digo eso. El gabinete de Rajoy tiene una labor titánica. Las decisiones políticas se toman, lo importante luego es saberlas comunicar. Lo importante no es lo que diga el emisor sino lo que entienda el receptor y debes trabajar sobre eso. Si tu mensaje llega mal tienes que pensar qué ha pasado.