Vender las "joyas de la corona"

El rey le compró a su tía una tiara que luce la reina Sofía pero sin las esmeraldas que vendió la propia "Ena"

El brazalete que perteneció a la reina Victoria Eugenia subastado en Ginebra.

El brazalete que perteneció a la reina Victoria Eugenia subastado en Ginebra. / REUTERS/D. Balibouse

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La pulsera de Cartier de la reina Victoria Eugenia, abuela del rey, vendida esta semana no ha sido la primera joya de la casa real española que acaba en una casa de subastas. En el libro Las joyas de las reinas de España, de Fernando Rayón y José Luis Sampedro, cuentan que la propia Ena se desprendió de parte de su joyero en el exilio y que algunos de sus sucesores prefirieron el dinero contante y sonante a la herencia familiar. En España, desde la Guerra de la Independencia, no hay joyas de la corona, las alhajas se consideran bienes privados.

La reina Victoria Eugenia fue una gran aficionada a las joyas. Don Juan y más tarde el rey don Juan Carlos heredaron un enorme collar de diamantes tallados y llegó a las manos de don Jaime. Según el libro, Charlotte Tiedemann, segunda esposa del infante, en 1977 lo llevó a Christie's y obtuvo más de 18 millones de las antiguas pesetas por él. Lo compró un joyero madrileño. Años más tarde volvió a la familia real. La reina doña Sofía lo ha lucido en más de una ocasión.

Otras joyas que dejaron la Zarzuela fueron un broche de Cartier que utilizaba a menudo Victoria Eugenia y un brazalete de turquesas. Una gargantilla pasó a manos de Cartier, que se la vendió al Sha de Persia como regalo para su esposa Farah Diba. Fernando Rayón y José Luis Sampedro cuentan también que los herederos vendieron algunas joyas de la reina María Cristina: en 1983 se subastó un collar de diamantes valorado en 21 millones de pesetas que no encontró dueño y una de las pulseras llamadas gemelas, en 1989 un collar.

La venta de estas joyas normalmente se hace en "círculo", es decir, vende un miembro de la realeza para que lo adquiera otro y así vuelva a la familia. Así ocurrió con la tiara Cartier de esmeraldas (estas fueron vendidas) y perlas que usan a menudo la reina Sofía y las infantas y que también perteneció a Victoria Eugenia, expuesta en el Museo Thyssen. Al fallecer, pasó a su hija, la Infanta María Cristina de Borbón y Battenberg. El rey Juan Carlos llegó a un acuerdo con su tía y se la compró. Precisamente, se especula que Olimpia Torlonia pudiese ser la compradora esta semana del brazalete.

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