Un equipo internacional de astrónomos liderado por el valenciano Iván Martí-Vidal desde el Observatorio Espacial de Onsala y Chalmers University de Gotemburgo (Suecia) en colaboración con el que fue su «mentor» en la Universitat de València, el catedrático Jon Marcaide, ha captado gracias al poderoso telescopio ALMA la «indigestión» de un agujero negro.

Se compara con una «indigestión» porque los agujeros negros tragan ingentes cantidades de materia, pero «una pequeña parte de esa materia no terminaba de ser engullida por el agujero negro y podía escapar transformada y expelida en enormes y potentes chorros (en inglés jets)», explica Marcaide. Se trata de un tipo de suceso extraordinariamente energético que implica un titánico chorro de energía y materia, en el que se alcanzan las energías más altas del universo. Los resultados de esta investigación, en la que también ha participado el francés Sebastien Müller, se han publicado en la revista Astronomy&Astrophysics.

Esta es la primera vez que se observa un fenómeno de esta clase a unas frecuencias de radio tan altas en la base del jet, es decir, lo más cerca posible del agujero negro. Normalmente, estas emisiones de rayos gamma no suelen situarse tan próximas, cuando también pueden observarse en radio», apunta Iván Martí-Vidal, cuyo equipo ya logró la fotografía de la supernova más joven, desde Suecia. El catedrático de Astronomía y Astrofísica Jon Marcaide, mientras comía unos sándwiches ayer en su despacho docente en Burjassot, explicó a Levante-EMV que hay agujeros negros supermasivos —millones, en ocasiones cientos y miles de millones, de veces más pesados que el Sol— en el corazón de casi todas las galaxias.

El equipo de Iván Martí-Vidal ha captado, por una afortunada casualidad, uno de estos eventos con el telescopio ALMA —The Atacama Large Millimeter/submillimeter Array, resultado del partenariado de Europa, Norteamérica y el Este de Asia (Japón y Taiwán) en cooperación con la República de Chile—. «Estas observaciones han sido totalmente inesperadas», señala Martí-Vidal. El equipo estaba observando el chorro del PKS1830-211 —un agujero negro supermasivo muy activo, cuya luz está siendo desviada y duplicada por otra galaxia que hace de «lente gravitatoria» y amplifica la emisión— con otra finalidad. «Y, de repente, nos dimos cuenta de que las imágenes cambiaban sutilmente en intensidad y en color, a unos niveles tan bajos que solo el telescopio ALMA podía ser capaz de captar. Un análisis minucioso de los datos nos llevó a la conclusión de que habíamos estado observando, por suerte, justo en el momento en que nueva materia estaba entrando en la base del chorro relativista; habíamos visto una 'indigestión' en directo y a unas frecuencias y niveles aún inexplorados», relató Martí-Vidal.

De hecho, aunque para los profanos los agujeros negros resultan un misterio y sus eyecciones, un espectáculo sorprendente, para los expertos ésta no es la parte más excitante de la investigación. Lo relevante, apunta Marcaide, es el hecho de que la galaxia que actúa como «lente» divide la imagen en dos... con una diferencia de 27 días.

Un gandiense de 33 años en el Observatorio sueco de Onsala

Nació en Gandia en 1980. Se licenció en Física en 2003 por la Universitat de Valencia y obtuvo su grado de Doctor con el catedrático Jon Marcaide como director de tesis. La Fundación Alexander von Humboldt le otorgó una beca postdoctoral en el Instituto Max Planck de Radioastronomía en Bonn (Alemania), desde 2009 a 2011. Allí siguó como investigador postdoctoral y,en la actualidad, es científico de plantilla en el Observatorio Espacial de Onsala (Suecia), como miembro del Nodo Nórdico del ALMA Regional Centre. levante-emv valencia