El nuevo secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil Tamayo, ha reiterado este martes las declaraciones en las que criticaba las cuchillas instaladas en la valla de la frontera de Melilla con Marruecos y ha recordado el hecho de que "gran cantidad de jóvenes muy bien preparados están teniendo que emigrar de España" y ha manifestado que él "no querría que se les tratara así".

En este sentido, en declaraciones a COPE recogidas por Europa Press, ha indicado que se siente implicado "personalmente" en el trato que reciben los inmigrantes porque "su padre murió siendo emigrante en Alemania" en la década de los 60, donde "tras la guerra las condiciones eran muy difíciles".

Por ello, el nuevo portavoz de los obispos ha exhortado al Gobierno a no considerar enemigos a los inmigrantes sino a darse cuenta de que "el verdadero enemigo son las mafias que trafican con ellos". Por eso, ha pedido un esfuerzo por regular la inmigración "para proteger sus derechos".

Por otra parte, Gil Tamayo ha criticado el "clericalismo laico" que consiste en dogmatizar la presencia de un actor social y ha recordado que "la política no lo es todo" en la vida de las personas y que la gente "no se rige por distinciones de izquierda o derecha".

Además, asegura que la relación Iglesia-Estado es fluida y niega que la Constitución sea laica. "Contempla el hecho religioso de forma positiva, como un elemento de construcción social", afirma. Así, ha recordado el papel social de la Iglesia tanto como iniciador de la cooperación internacional --con los misioneros-- como en la atención a los colectivos más desfavorecidos o en la educación.

Por ello, ha pedido que se vea la Constitución "desde una sana laicidad" viendo a la Iglesia como alguien con quien colaborar en la construcción social, "en lugar de pedirle que se calle y que no ilumine con sus propias convicciones".

Además, ha recordado que al igual que a los apóstoles les fue dicho "id y enseñad", ahora el Papa les ha dicho a los jóvenes: "vayan y hagan lío". Por eso, asegura que la Iglesia tiene "vocación de calle" y de "vivir su fe en el ámbito público" pero insiste en que no es un partido político, aunque dé lecciones.

En este sentido, ha indicado que la predicación de la Iglesia no consiste en acallar lo que otros piensan y hacer proselitismo sino mostrar "con exquisito respeto a los demás" las propias convicciones.

A su juicio, el mensaje del Papa está tratando de dejar claro que "la Iglesia no está para jorobar al personal ni es la Iglesia de la doctrina, sino que es la Iglesia de la misericordia", y señala que su "autenticidad" da fuerza a este mensaje porque "no es marketing".

"Mi preocupación es que la gente tienen una percepción muy distinta de la Iglesia. La Iglesia real es la que percibe la gente en la parroquia, que trata con su párroco, la que se ve en la labor de los religiosos", ha precisado.

Esa parte, según ha comentado, no aparece en los medios, y "de una forma intencionada se ha separado la acción de la Iglesia de los obispos como si ellos fueran la patronal".

Para el nuevo secretario general, a lo mejor se tendría que hacer una "jornada de puertas abiertas para los políticos" para que vean la Iglesia real "y no la de sus literaturas decimonónicas o la de trauma del cura de cuando eran pequeños".