Cuando se habla de la Curia romana, que es el instrumento que sirve para ayudar al papa en el gobierno de la Iglesia universal, hay gente que lo ve como un organismo mastodóntico, otros lleno de intrigas palaciegas, y otros como un instrumento de poder de los eclesiásticos, con mando sobre toda la Iglesia Católica. Aunque la reforma de la Curia fue objeto de atención pública con la dimisión de un papa y tras el escándalo de Vatileaks y los manejos en el banco del Vaticano (IOR), los cardenales en el pre-cónclave de marzo pasado señalaron dicha reforma como necesaria para un gobierno de la Iglesia mejor, menos centralizado. Hasta hoy ha habido cuatro constituciones sobre la Curia. Ahora, Francisco promulgará la nueva para una reforma «en profundidad y no simples retoques» como destacó el portavoz de la Santa Sede, Lombardi.

El G8. Una gran expectativa ha creado el anuncio del papa , quien dijo que no le gusta una Curia «vaticano-céntrica», sino que esté al servicio de las iglesias particulares o diócesis distribuidas por todo el mundo. A tal fin, creó el 13 de marzo de 2013, un mes después de su elección, una comisión de ocho cardenales que se le llama popularmente la comisión G8 y también Consejo del Reino con el objetivo de estudiar la reforma de la Curia y de que le informe del sentir de la Iglesia en cada uno de los continentes, actuando así como un órgano colegial que se dirige al papa directamente sin el trámite de la Curia.

El G8 es el primer organismo que está fuera y por encima de la Curia Romana, y sus miembros viven en los cinco continentes. En sí esto ya es una gran reforma muy importante de cara a una descentralización y deslocalización de las tomas de contacto de las iglesias particulares con el papa. Esto ha sido posible también gracias a las nuevas tecnologías. Estos cardenales están coordinados por el hondureño Óscar Andrés Rodríguez, que es presidente de Cáritas Internacional, dando así relieve a la Iglesia en Latinoamérica.

En realidad, la vigente Constitución Pastor Bonus ya establece que «el poder y la autoridad de los obispos tienen el carácter de diaconía, según el modelo de Cristo mismo (...) Por lo tanto es necesario ejercer el poder en la Iglesia según las categorías del servir, de manera que la autoridad tenga como carácter principal la pastoralidad». Francisco, en su discurso de inicio de su pontificado afirmó que «el poder del papa es el servicio». En realidad, todos los papas, como señala el Anuario Pontificio, llevan por título Servus servorum Dei (Siervo de los siervos de Dios).

El papa, que busca la eficacia en hechos por encima de las palabras, ha trazado ya las claves de la reforma de la Curia. No ignora que toda burocracia tiende a retroalimentarse, a endogamizarse y a perpetuarse, y a la larga el organismo que debería ser de servicio pasa a ser un centro de poder centralizado.

Secretaría Papal. Las constituciones apostólicas de Pablo VI y de Juan Pablo II dieron a la Secretaría de Estado un papel central dentro de la estructura de gobierno de la Iglesia y el secretario de Estado venía a ser una especie de presidente del Gobierno de la Iglesia, al igual que los prefectos de las congregaciones equivalían a los ministros en el ámbito civil. Esto va a desaparecer. Con Pietro Parolin la Secretaría de Estado no será un órgano de poder dentro de la Curia y se llamará Secretaría Papal, según anunció el secretario de la Comisión G8, Marcello Semeraro. Añadió que el nombre de «Estado» tiene «una connotación política» y «se trata de dar más relieve a la dimensión eclesial en su papel de apoyo a las funciones del papa».

Además, será un órgano más dedicado a la diplomacia Parolin pertenece al cuerpo diplomático de la Santa Sede y hasta ahora era nuncio en Venezuela es decir a las relaciones con los Estados y los organismos internacionales (tiene relaciones diplomáticas con 179 países). El nombre de Secretaría de Estado viene de la época del poder temporal de los papas, de los Estados Pontificios, y sus titulares se ocupaban más de las cuestiones del Estado que de la Iglesia.

El Sínodo de Obispos. La reforma del Sínodo de Obispos también ha empezado con el nombramiento del arzobispo italiano Lorenzo Baldisseri, como secretario general del mismo. Baldisseri ha sido nuncio en América Latina y Asia, secretario del Cónclave y es además secretario de la congregación para los obispos. El papa quiere que haya un fuerte flujo de intercambio entre los distintos obispos y él mismo dentro y fuera de la Curia, con el fin de mejorar el principio de la colegialidad entre los obispos y el papa.

El Sínodo, instituido por el Concilio (Chrisus Dominus, n. 5), es un órgano consultivo y su secretaría tiene carácter permanente, pero su estructura y funciones no fueron aclaradas por el Concilio. Por lo general se reúne una vez cada dos años. El próximo será «extraordinario», tratará de la pastoral familiar y se reunirá en octubre de 2014.

El Consistorio. El Consistorio alto órgano consultivo del papa al que solo pueden asistir cardenales es infrautilizado y solo se reúne para conocer los nombramientos de nuevos cardenales designados por el papa, proponer causas de beatificación y canonización y para anunciar la renuncia de Benedicto XVI. Sus funciones tampoco están especificadas, aunque históricamente era una especie de Senado. El Consistorio reúne a los cardenales que estos días están en Roma. Realmente hoy es un organismo formal que toma nota de lo que el papa ha decidido anunciar solemnemente. No se sabe lo que piensa hacer Francisco, que ha demostrado ser un hombre de acción y decisión. El próximo Consistorio, con nombramiento de cardenales, se reunirá en febrero próximo donde el papa podrá crear al menos 14 cardenales para cubrir las vacantes producidas por motivos de edad de los 120 cardenales electores del en un cónclave.

En Roma se ha escrito en diversas ocasiones que tanto el Sínodo como el Consistorio son órganos consultivos en los que la Iglesia católica vive la colegialidad entre el papa y os obispos. Sin embargo, al mismo tiempo se ha señalado que son organismos que ayudan al papa y a la Iglesia a tener una mayor conexión y comprensión, más factible hoy con el uso de las tecnologías de la información. Pero esto no pone en cuestión en absoluto la primacía del papa, sucesor de San Pedro, pues como establece el Concilio (Constitución Dogmática Lumen Gentium, cap. III), la estructura de la Iglesia es «jerarquizada» aunque se trate de una jerarquía de servicio. La autoridad del papa, por lo tanto, no se cuestiona.