Ellos la cerveza siempre la traen de casa. De hecho, la hacen en casa. Unos 170 cerveceros caseros de toda España, miembros de la Asociación de Cerveceros Caseros Españoles (ACCE), se han reunido este fin de semana en Valencia para compartir experiencias, aprender nuevas técnicas de producción y, sobre todo, reivindicar las propiedades, la calidad y el sabor de la cerveza artesana frente a la elaborada por las grandes industrias.

«Creamos la asociación en 2010 y hemos ido doblando cada año el número de socios. Ahora somos cerca de 500 y este fin de semana seremos unos 170», relata el vallisoletano Pablo Morillo, el presidente del colectivo. «Hay mucho nivel, gente con muchos años haciendo su propia cerveza. Es la cantera de los que deciden convertirse en profesionales, poner su propio negocio, ser emprendedores... Unas 20 personas de la asociación ya han dado el paso y han montado su microcervecería», explica.

Cabe resaltar que el cervecero casero no puede comercializar su producto, solo compartirlo de forma gratuita con los más allegados e invitar alguna ronda de cosecha propia. «Hay que pasar unos controles sanitarios y fiscales, aunque nadie se intoxica con una cerveza casera, ya que si te sale mal, te das cuenta nada más probarla», puntualiza Morillo.

Eso sí, los amantes de esta bebida alcohólica se deleitan con cada parte del proceso de fabricación, con cada ingrediente, hasta con la espuma. «La de las grandes marcas es una inyección artificial de CO2. La de la cerveza artesana es natural, provocada por la levadura», resalta Sergio Jiménez, un cervecero de Valencia. «Cuando alguien me dice que no le gusta la cerveza yo siempre le digo que es porque no ha probado suficientes cervezas», remacha con una jarra en la mano.

Y es que, pese a que España es un país «cervecero», según destaca Morillo, «estamos acostumbrados a la cerveza industrial». «Nos falta algo de cultura cervecera, pero es difícil avanzar porque los costes son los que son. Una cervecería artesana tiene un coste por botellín de 1,50 euros y una gran fábrica de 30 céntimos. Para el consumidor eso es importante, y muchas veces se cae en el tópico de que sólo importa que esté fresquita», concluye Morillo, que defiende el prestigio de la cerveza ante el predominio del vino. «En la cerveza hay inmensas posibilidades de combinar elementos para lograr diferentes colores, sabores, olores...», señala.

Artesanal y casera

Uno de los debates de los cerveceros trata de esclarecer las diferencias entre la cerveza casera y la artesana. «Creo que no existen. En el fondo es lo mismo. La artesana puede estar más mecanizada, como ocurre en las microcervecerías, pero hace falta la constante intervención de una persona en todos lo procesos, no como en la industria a gran escala. Es como la casera, pero con un equipamiento más sofisticado», indica Morillo.

Una de las actividades del congreso permitió a sus asistentes visitar algunas microcervecerías artesanas valencianas. En concreto, vieron las instalaciones de Cervezas Fernández Pons (Burjassot), Tyris (Riba-roja), Brewup Birra&Blues (Valencia) y Zeta (Alboraia). En esta última les atendió Manuel Fuentes. «Fui cervecero casero cinco años. Soy ingeniero industrial y trabajaba en una empresa, pero me fui y pensé en hacerme mi propia fábrica de cerveza», relata mientras brinda en su empresa, en su casa.