«Inauguración con el maestro José Ortega Cano. 2ª consumición gratis». Así de directo se anunciaba ayer la aparición del diestro José Ortega Cano en un cartel situado en la terraza de la cervecería que abrió hace alrededor de un año en la plaza del Torrejó de Benidorm.

Él mismo ya había anunciado, tras abandonar la cárcel de Zuera (Zaragoza), que se dirigía a la capital turística para visitar su establecimiento. Eso provocó que el local, ayer, desde primera hora de la tarde, estuviera de bote en bote. Una campaña de marketing magistral por parte del torero para que centenares de turistas llenaran su negocio desde las 17 horas, ya que el momento de su aparición era una auténtica incertidumbre.

Ortega Cano, a las 11 horas, salía de esta prisión para disfrutar de su tercer permiso. Desde allí cogía el coche junto a su futura esposa, Ana María Aldón, y su hijo de 2 años, José María.

Los paparazzi parecían tener calculada las horas que tardaría el torero cartagenero en cruzar parte del país para llegar a Benidorm, ya que una decena de ellos montaban guardia en una de las mesas de su establecimiento desde las 16 horas. Al igual que los fotógrafos, algunas señoras aguantaron unos cafés durante más de cuatro horas y media, con la fe de ver al hombre que acompañó durante tantos años a la famosa cantaora Rocío Jurado.

Alrededor de las 20 horas mucha gente ya comenzaba a desesperarse y algunos desistieron de su afán de hacerse una foto con el torero y siguieron de pinchos por otros bares de la zona. «Esto es un timo», gritaba un grupo de turistas vascos mientras abandonaba el local y criticaba que lo de la segunda consumición gratis «nos han dicho que sólo es a partir de cuando venga Ortega Cano».

Sin embargo, el torero fue. Aunque hubo que esperar hasta bien pasadas las nueve de la noche. Mucha gente ya había perdido la esperanza, debido a que algunos de los camareros comentaron que estaba previsto que se presentara a las siete. Acompañado por su pareja, apareció Ortega Cano en la puerta de su negocio y dejó que sus fans se acercaran y lo achucharan. También posó exultante ante todos los fotógrafos que se habían desplazado para inmortalizar este momento de júbilo del diestro. Incluso le regaló algún beso a Ana María para que los gráficos lo captaran.

«¡Un aplauso para el torero más grande de España!», gritaba una de las cientos de personas que abarrotaban la cervecería. Ninguna de sus seguidoras quería perder la oportunidad de decirle lo guapo que estaba y lo mucho que lo admiraban.

Una señora se acercó a su novia y le dijo: «Si es muy buena persona. Lo que le ha pasado a él, nos podría haber ocurrido a cualquiera», en relación al accidente que provocó y por el que falleció una persona, que es por el que cumple pena de cárcel.