Para la publicidad el tiempo se paró a las 10 y 10. Los publicistas, directores, fotógrafos e incluso escaparatistas lo tienen claro: los relojes marcan siempre esa hora, o dos minutos menos, las 10,08. Se le llama la happy hour (hora feliz) y responde a criterios prácticos, estéticos y psicológicos. Es el mejor momento para «vender» un cronómetro. Un «truco» de manual en mercadotecnia.

¿Por qué? En un reloj analógico las manecillas situadas en esa posición simulan una sonrisa o una «V», el símbolo de la victoria. Mensajes positivos y optimistas. Venta de felicidad. Además, por descarte. Si las agujas del reloj se superponen da la impresión de que solo hay una. Esto elimina de un plumazo las 12,00, que resultaría «redonda», la 1,05 o las 2,10, etc. Del mismo modo, se considera una mala idea una hora en la que las agujas queden completamente opuestas porque la impresión visual es que se trata de una única aguja larga. Fuera, pues, las 12,20 o las 6,00. Y, por último, se descartan las horas que las agujas están muy cerca porque dejan demasiado reloj «vacío». En conclusión, las manecillas deben estar a no menos de diez minutos de separación ni a más de veinte por estética. Es la cara más fotogénica de un reloj, y su posición más simétrica. Si tiene segundero, apunta hacia los 25 o 35 segundos.

Hay más razones. Los relojes por lo general tienen símbolos en el 12, 3, 6 y 9, lo que deja fuera horas como las 11,15. Las diez y ocho o diez y diez dejan bien enmarcada y a la vista la marca comercial. Lo explica Sara Villegas Saudí en Marketingdencias (editado por Gestión 2000, del grupo Planeta): «A las 10,10 horas un reloj es una cara sonriente mientras que a las 8,20 horas es una cara triste y, puestos a elegir, la publicidad debe mostrar siempre el lado positivo, la sonisa que vas a poner tú si te compras el reloj».

También hay leyendas urbanas. Como que Abraham Lincoln, John F. Kennedy y Martin Luther King fueron asesinados o murieron aproximadamente a esa hora, pero no es cierto. Tampoco que fuesen las 10,10 cuando se lanzó la bomba atómica sobre Nagasaki o Hiroshima. Otra historia dice que en ese momento murió un famoso relojero. Y con su corazón se detuvieron todos los relojes.