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Entrevista | António Trindade

"Nuestro reto es crear una oferta turística ibérica para competir con Oriente"

António Trindade, empresario turístico, músico y expolítico socialista de Portugal, convertido en anfitrión de los mejores chefs del mundo, rememora con orgullo su privilegiada juventud en la Quinta Favila, de Madeira, donde creció llamando «abuela» a María Lamas, figura de la intelectualidad portuguesa en el exilio. Mário Soares animó a este luso-belga a luchar por los derechos de los ciudadanos de una isla de 57 por 22 kilómetros, cuyo ídolo actual es Cristiano Ronaldo. Regionalista convencido, Trindade digiere con dificultad el encarcelamiento de su buen amigo Jose Sócrates. Mientras saborea el importante tirón del turismo en las maltrechas economías de Portugal y España, ha encontrado en los «Sweet Lovers», el grupo musical fundado con sus amigos, la receta perfecta para desconectar de los problemas.

¿Piensa exportar esta idea al resto de la Península?

Este año por primera vez, llegaremos a La Coruña, al Restaurante As Garzas que dirige el chef Fernando Agrasar. Ya hay cocineros con Estrella Michelin que participan en nuestro certamen luso. Quiero que la Ruta gastronómica de las Estrellas orbite por toda la Península Ibérica.

Señor Trindade, ¿qué hace un músico como usted metido a hotelero de éxito?

Siempre me ha gustado la música. En las décadas de los 60 y los 70 ya tenía un grupo, «Os dancers». Treinta años después, he creado con mis amigos otro, «Sweet Lovers», para cantar revivals de aquellos años. Entre medias me dediqué a estudiar Derecho y a los 25 años mi padre me pidió que le ayudase durante seis meses en su negocio hotelero. Esos seis meses han pasado y sigo dedicado al sector hotelero.

¿Fue entonces su padre, un virtuoso bailarín, el que le quitó de la cabeza su idea de convertirse en artista?

Sí, pero como verá, he vuelto a las andadas. Mi padre nació en 1917. Era un visionario que a los 17 años se empeñó en estudiar Filosofía. Se fue a Lovaina a estudiar y solía participar en todos los concursos de baile que organizaban los estudiantes. Un día ganó el primer premio y le tocó bailar con la que peor bailaba: esa nefasta bailarina, nacida en una familia de la burguesía belga, se convirtió en mi madre.

Así que usted es fruto de la Europa de dos velocidades: la rica del norte y la pobre del sur, ¿no?

Exacto. Cuando mi madre dijo en su casa que se iba a casar con un portugués de Madeira se armó un buen lío. Era una mujer muy guapa que no dudó en subirse a un tren lleno de soldados de la II Guerra Mundial para atravesar media Europa y embarcarse luego hacia Madeira. Todos la miraban en los vagones y la piropeaban. Cuando entró en Portugal vio a un cura y fue en busca de ayuda, pero el cura también trató de seducirla. Ella sí que era una artista que dibujaba muy bien e impulsó los bordados de la isla. En 1960, mis padres comenzaron a entrar en el sector inmobiliario y abrieron un hotel muy coqueto, la Quinta Favila.

¿Cómo recuerda su juventud en la Quinta Favila donde entre otras personas conoció a Maria Lamas?

Maria Lamas era el gran pivote de los intelectuales portugueses en el exilio y una gran amiga de mi padre. Vivía con nosotros y nos maravillaba con las historias que contaba de los exiliados en París. Era una defensora a ultranza de la plena igualdad entre hombres y mujeres, a las que animaba a ejercer una profesión para lograr la independencia económica. Yo llamaba «abuela» a Maria Lamas y cada año la visitaba en París, en un hotel muy pintoresco, cuando iba a ver a mis abuelos de Bélgica.

¿Un hotel muy pintoresco?

Sí, era el Hotel Saint-Michel, en el Barrio Latino de París. Ahí se alojaba toda la intelectualidad portuguesa y era el preferido de los latinos. Estaba regentado por una mujer muy excéntrica, Madame Salvage, quien tenía salidas de tono memorables. Hoy es un hotel de lujo, pero en la época era una pensión sin baños en todas las habitaciones y con un famoso piano a la entrada en la que se celebraban todo tipo de reuniones. Raúl Castro trabajó de portero de noche en ese hotel donde Maria Lamas vivió su exilio de París. Pablo Neruda era otro de los asiduos

¿Qué otras personalidades pasaron por la Quinta Favila?

Maria Lamas llevó a Marguerite Youcenar, quien le grabó a mi padre en casete un capítulo de uno de sus libros. Me marcó intelectualmente también el paso por nuestro hotel de los escritores Ferreira de Castro y Luís de Sttau Monteiro y, sobre todo, de Mário Soares.

¿Fue el socialista Mário Soares, exprimer ministro y expresidente de Portugal, quien le llevó a la política?

Sí, aunque mi padre ya había sido político, pero Mário Soares influyó en mi decisión.

¿Se arrepiente?

No, creo que fue un acto de valentía y de conciencia social para ayudar a mis vecinos.

¿No se ayuda más a los madeirenses dándoles trabajo?

El empresario es alguien egoísta por naturaleza que busca beneficios y solo se justifica ante los accionistas. Mi visión como político es de ayuda y de solidaridad con el que lo pasa mal. Mi experiencia política me ha servido para ver de otra forma mi relación con mis empleados a los que considero una familia. Dos hermanas de Cristiano Ronaldo trabajaron en los restaurantes del The Cliff Bay.

¿Cómo digiere usted que el ex primer ministro Jose Sócrates, también socialista, esté en la cárcel?

Es difícil de digerir, siempre he tenido una buena relación con Sócrates y espero que se esclarezcan cuanto antes las acusaciones que pesan sobre él. Ese encarcelamiento no es bueno para la democracia, ni para el PSOE, ni para Portugal. Sospecho que los jueces le tenían ganas a Sócrates porque fue él quien se atrevió a acabar con sus privilegios.

¿Por qué rechazo usted ser secretario de Estado de Turismo?

Me lo pidió el ex primer ministro António Guterres, pero me di cuenta de que esa labor era incompatible con mi trabajo como empresario.

Y le pasó el mochuelo a su hijo, ¿verdad?

Dos años más tarde de esa propuesta, mi hijo aceptó ser secretario de Estado de Turismo de Portugal.

Lo cierto es que el turismo está tirando de la maltrecha economía tanto de Portugal como en España, ¿verdad?

Sí y la gran Macaronesia se está convirtiendo en un motor importante de esa economía. Todos los problemas que afectan a Oriente nos benefician a nosotros, pero no podemos perder de vista que esto es solo un ciclo y que tenemos que estar preparados para competir de nuevo con destinos como Turquía, Túnez o Egipto. El gran reto ahora para por desarrollar una oferta turística Ibérica capaz de competir sin complejos con Oriente.

¿Habla de vender conjuntamente España y Portugal a destinos lejanos?

Esa es una propuesta interesante, pero antes hay que asegurar y definir muy bien los planes de vuelo internos en la Península para que los turistas que vengan, por ejemplo, desde China tengan total accesibilidad y facilidades para moverse de una ciudad a otra con rapidez y sin que esa movilidad encarezca demasiado su viaje. Y, por supuesto, que no se olviden en esos planes vacacionales de las islas.

Señor Trindade, por Madeira han pasado Cristóbal Colón, Napoleón, Churchill y Margaret Thatcher, pero parece que ustedes están convencidos de que ha sido Cristiano Ronaldo quien ha puesto su isla en el mapa.

Desde luego que sí. La historia de Cristiano Ronaldo es la de la superación. A los 11 años se marchó de su casa a las escuelas de fútbol y ha tenido que lidiar con todo tipo de penalidades antes de triunfar.

¿Tan penosa era su vida?

Su padre tenía problemas de salud. El éxito de Cristiano Ronaldo está en la fortaleza y la sabiduría innata de su madre y en la comprensión sin límites que encontró en Ferguson. Cristiano Ronaldo ha llenado de orgullo a los madeirenses.

También han tenido visitantes ilustres?

Churchill se quedó maravillado con esta isla y Margaret Thatcher celebró aquí su luna de miel y sus bodas de oro. A esta isla viene gente muy importante a la que garantizamos siempre su privacidad. Hace no mucho tuve la oportunidad de comer aquí con el exministro Miguel Ángel Moratinos.

¿De qué le convenció Moratinos?

Hablamos de muchas cosas. Y una es clara: Europa no puede obligar a todos los países a ir a la misma velocidad.

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