Era un día como muchos otros pero un gesto insólito y generoso logró cambiar el futuro de una camarera que estaba a punto de ser desahuciada. Mike, un cliente habitual de un restaurante de Nueva York cenó por 43 dólares pero esa noche decidió dejar una propina más que generosa a la camarera que alcanzaba los 3.000 dólares.

Tras este buen gesto se esconde un motivo que Mike ha reconocido en los medios locales: "Esta mujer nos ha servido durante casi un año. Es una persona simpática y alguna vez nos habló de la orden de desahucio que recibió el mes pasado".

En su mano estaba poder ayudarla o ignorar el problema, pero el cliente decidió echar un cable inspirado en una experiencia difícil que vivió uno de sus profesores años atrás. Mike sólo pidió a la camarera una cosa a cambio: “No dejes que esta cadena de favores acabe aquí”.