Mahler: «Sinfonía nº 2»

Palau de la Música (valencia)

Emöke Barath (soprano), Nathalie Stutzmann (contralto), Coro Philharmonia y Orquestra de València. Director: Yaron Traub.

En la última actuación juntos esta temporada, la Orquestra de València y su titular Yaron Traub fueron colocando las piezas del poliedro recreándose en la contemplación de cada árbol sin perjuicio de la de toda la fraga.

En su materialidad, la versión adoleció de defectos menores. En la marcha fúnebre inicial, los calderones del primer tema se antojaron demasiado breves para producir toda la tensión deseable, en el desarrollo del tercer tema los metales en forte sofocaron a las maderas en fortissimo y en la conclusión las trompetas no aguantaron a pie firme el piano pianissimo. A cambio, la buena gestión del retorno al Tempo I en el número diez o la precisa lectura de la indicación sostenuto en la entrada de la coda, así como, ya en el Andante, la sensibilidad con que se enlazó el pasaje pizzicato con lo que le sigue, contribuyeron a la transparencia del mensaje.

En el tercer movimiento, que las escobillas se oyeran poco o que a la flauta y el piccolo les faltara un compás para completar la entrada en la segunda sección tampoco importó apenas ante la variedad de humores y ambientes, de lo inocente a lo diabólico pasando por lo plácido, exaltado, extático, nervioso, bucólico, tormentoso, juguetón, trascendente, solemne, cataclísmico, lírico..., que se sucedieron naturalmente enlazados. Detúvose a continuación el tiempo en el Urlicht, con la intervención inefablemente imponente de Nathalie Stutzmann pero también el delicado fraseo del concertino Palomares como factores decisivos.

Y luego el final, donde la fanfarria del terror y la del Apocalipsis (excelentes aquí flautas y metales), la tercera llamada del arcángel, la apertura de las tumbas y el hundimiento fueron elevando la emoción hasta culminar en la ascensión a la eternidad, con los bellos timbres de Emöke Barath y de la contralto elevándose sobre el magnífico coro.