Para escribir de tecnología debes antes probarla, y saber de qué hablas. Es el pilar fundamental sobre el que se asienta esta sección. Es por ello que, cuando te ofrecen la oportunidad de probar un coche lo primero que piensas es: «¿Y la tecnología?». Entonces buscas, preguntas e investigas y te das cuenta de que todos esos avances que llevas viendo desde hace años en diferentes eventos tecnológicos son ya una realidad. Una más que sorprendente realidad. Y hay que probarlo.

Ford presentó recientemente en nuestro país la nueva generación de su conocido monovolúmen familiar Grand C-Max, y con motivo de tal presentación tuvimos la oportunidad de probar la más avanzada tecnología en seguridad para vehículos.

Y es que el tema tecnológico, en lo que a coches se refiere, ha dado un salto de calidad en los últimos años. Las pantallas táctiles y los avanzados sistemas de navegación que nos maravillaron hace apenas unos años son a día de hoy obsoletas tecnologías si las comparamos con la posibilidad de que un coche aparque solo „tanto en cordón como en batería„, que frene automáticamente o que enderece la dirección si el conductor se duerme al volante.

Si bien es cierto que algunos de estos sistemas están disponibles en otros coches y marcas como VolksWagen y Audi, que tienen sistemas de aparcamiento similares en sus gamas altas, o Volvo, que también ofrece un sistema de frenado automático, lo más llamativo es que toda esta tecnología está disponible por primera vez en coches con precios populares, al alcance de gran parte de los consumidores.

Absoluta seguridad

Un servidor no es un especialista en coches, qué le vamos a hacer. Más allá de haber recorrido media Europa en coche no tengo ni idea de motores, cilindradas, ni de en qué lugar se halla la junta de la trócola. Y tal vez por esa misma razón, las sensaciones que se tienen al volante de un vehículo tan tecnológicamente avanzado sean más próximas a lo que sentiría un conductor cualquiera, no un profesional.

Sorprende la sencillez y naturalidad con la que los diferentes sistemas de seguridad actúan en el Grand C-Max. Al fin y al cabo, la tecnología es tan buena como lo es la sencillez con la que funciona. Y en el coche que tuve la oportunidad de probar durante esos días todo era sencillo.

El sistema de asistencia a la conducción, capaz de enderezar el vehículo si nos salimos de las líneas de la calzada en caso de quedarnos dormidos, es sorprendente. Actúa de forma automática y es capaz de llevar el vehículo durante kilómetros de forma autónoma, perfectamente centrado entre las líneas de la carretera, mientras el volante vibra y el sistema hace saltar una alarma para despertarnos.

Comandos de voz, navegación GPS avanzada, portones traseros que se abren por proximidad y un sistema de frenado sorprendente, son algunos de los avances tecnológicos de este monovolumen. Pero la joya de la corona es su sistema de aparcamiento automático, un método gracias al cual todo lo que hay que hacer es jugar con el embrague y el acelerador „incluso nos avisa de cuándo hay que frenar„ y cambiar de marcha. En muy pocas ocasiones un dispositivo me había sorprendido tan gratamente, y lo único que puedo añadir es que, por una vez, es imprescindible ver el correspondiente vídeo.