Michael Smith, estudiante de posgrado de la Universidad Cornell, especializado en el comportamiento y evolución de las abejas fue ayer «reconocido» con uno de los Ig Nobel, la antítesis de los prestigiosos premio suecos, y que cada año se entregan en la Universidad de Harvard.

La peculiar investigación comenzó cuando una abeja se coló en sus pantalones y le picó en los testículos. Entonces decidió descubrir en qué parte del cuerpo sería más dolorosa una picadura. Eligió 25 puntos. La conclusión de este estudio en Fisiología y Entomología fue el pene como el peor lugar en el que recibir un picotazo.

Estos «gamberros» premios también han distinguido en la categoría de Biología una investigación sobre gallinas y dinosaurios: si le pones un palo en la cola a un pollo anda como lo hacían los tiranosaurios.

En el campo de la lingüística el premio se lo llevó un estudio sobre los malentendidos en la comunicación y su descubrimiento de que «¿Eh?» es una expresión universal que suena casi igual en todo el mundo.

En el ámbito de la Física, un trabajo sobre la micción se ha llevado el premio. Según el estudio, todos los mamíferos que pesan más de tres kilos invierten un tiempo similar en miccionar: unos 21 segundos.

Por su parte, el «antiNobel» en el área de Matemática ha ido a parar a una publicación que explica cómo Ismaíl de Marruecos «El sanguinario», nacido en el siglo XVII, fue capaz de tener 900 hijos como le atribuyen las crónicas. Para la «hazaña» necesitó 32 años y 65 mujeres.

Otro de los premios a las tesis más absurdas ha sido concedido en el campo de la Medicina. Los Ig Nobel han reconocido la labor de los badenes de la calzada para detectar si una persona padece apendicitis.

Mientras en la disciplina de Química el ganador fue un equipo que ha logrado descifrar cómo deshervir un huevo.