Los complejos determinan las decisiones de las personas, influyen en el modo de interactuar con los otros y representan una barrera emocional que únicamente se supera mediante la aceptación. Con la finalidad de eliminar estos pensamientos muchas veces inducidos mediante los medios de comunicación, los estereotipos y las modas, la cooperativa Consum ha creado la primera «Oficina de Complejos Perdidos» de España con motivo de su cuarenta aniversario.

Ubicada en la Estació del Nord, la «oficina», abierta desde las 10 horas a las 21 horas, está constituida por tres talleres gratuitos con diferentes actividades y monólogos destinados a animar a todas las personas que se atrevan a liberarse de sus miedos más íntimos. El primero, el taller de grafología, ayuda a reflexionar sobre qué tipo de persona somos y, con la colaboración de la psicóloga Inmaculada Albir, descubrir a través de la escritura dónde reside un complejo para después deshacerse de él.

El segundo taller, el de risoterapia, consiste en romper con los complejos a base de carcajadas. En primer lugar aconsejan trabajar la aceptación, mirarse al espejo y repetirse a uno mismo las singularidades positivas de su personalidad. La risoterapia se considera una técnica psicoterapéutica de la que se obtienen beneficios mentales y emocionales. «¿Qué es más saludable que unas buenas risas?», preguntaban ayer durante el taller. Existen diferentes formas de reírse y diversos son sus efectos en el cuerpo humano. «Si nos reímos con ´ja´ favorece al sistema digestivo, con ´je´ beneficia a la función hepática, el ´ji´ a las tiroides, el ´jo´ al sistema nervioso y el ´ju´ trabaja el respiratorio», explicaron. Por último, el tercer taller está dedicado a desmontar falsos mitos asociados a la alimentación mediante consejos nutricionales.

Entre las mujeres los complejos más comunes por orden son: barriga, papada, cicatrices, color de piel, celulitis, trasero „o falta de él„, los pies y las piernas. Para los hombres, lo peor es sufrir calvicie, no desenvolverse bien en el sexo, la falta de estatura y de músculos, y ver crecer la «barriga cervecera». Pero no solo existen complejos físicos. Otros como el estatus profesional, el nivel económico, seguido de la raza y de la orientación sexual, también influyen en la felicidad.