En 1937, el cuadro de Edgar Degas ´Retrato de una mujer´, llegó a la Galería Nacional de Victoria (Melbourne -Australia-). Cuando el por entonces director del museo, J.S. MacDonald, lo vio en vivo, descubrió que todo el lado derecho del rostro del personaje estaba oscuro, y había perdido el color original. El público se sintió muy decepcionado por lo que contemplaba, y la mayor parte de sus miembros opinaba que la obra, tal y como la estaban viendo, no se correspondía con el producto de uno de los grandes artistas del Impresionismo.

Han pasado más de ocho décadas desde aquel gran fiasco, pero no ha sido hasta nuestros días cuando se está pudiendo resolver el misterio del Degas venido a menos. Un primer análisis mediante rayos X reveló que el artista francés había pintado su ´Retrato de una Mujer´ encima de otro rostro. Pero no hay nada como usar un acelerador de partículas para aclarar qué se escondía exactamente bajo el cuadro apreciable a simple vista.

Un equipo del acelerador de partículas ´Australian Synchrotron´, liderado por Daryl Howard, ha analizado la composición química del cuadro para reconstruir el retrato. El haz de luz de este aparato es un millón de veces más brillante que la del Sol y tiene el diámetro de un cabello. Cuando esta luz alcanza las moléculas de la pintura, se genera una serie de rayos fluorescentes cuyo ancho de onda han usado los investigadores para identificar la composición de la pintura oculta bajo el retrato final.

La gran sorpresa ha sido que los historiadores de la Galería Nacional de Victoria están convencidos de ver en el retrato escondido bajo el cuadro de Degas a la parisina Emma Dovigny, una modelo habitual de sus obras. Tal ha sido la precisión lograda con el acelerador de partículas.