Un gladiador, un luchador, un joven hambriento de vida. Las ganas de comerse el mundo y de contagiar positividad lo caracterizan. Pablo Ráez tiene veinte años y se encuentra en una cámara de aislamiento en el hospital Carlos de Haya debido a la leucemia, un cáncer que superó hace un año pero que ha vuelto a resurgir.

Su historia comenzó un jueves, el día 26 de marzo de 2015, una fecha que quedaría grabada en la memoria de Raez. «Fue un shock muy grande, porque pase de ver la vida como un niño a verla fugaz, que te puedes morir en cualquier momento».

Son muchas las quimioterapias las que lleva este joven a sus espaldas. Además, se realizó un transplante de médula cuyo donante fue su padre. Después de diez meses de felicidad absoluta, la noticia le llegó a Pablo: la leucemia había vuelto. "Esta vez ha sido terrible porque jamás pensé que me fuera a pasar esto, todo el proceso de nuevo y buscar un nuevo donante", asegura.

Ráez se convirtió, cuando fue diagnosticado, a través de la red social Instagram, en un ejemplo a seguir. Con solo leer uno de los tantos mensajes que escribe por esta plataforma, ya percibes la fuerza, la positividad y las ganas de vivir que tiene. "La primera vez que estuve en todo el proceso de superación del cáncer, sentía que yo animaba a todas esas personas que me seguían y ellos me animaban a mí. Hoy por hoy, tengo cuarenta mil seguidores y creo que tengo la oportunidad de abrirle los ojos a la gente, de ayudar mucho más".

Además, Ráez, a raíz de su éxito en las redes y su actitud, es la imagen de los Juegos Mundiales Transplantados Málaga 2017. Cuando le ofrecieron este puesto Ráez se preguntaba: "¿yo que he hecho para que me den tanta difusión?, si yo solo he superado un cáncer, como muchas otras personas".

Pablo Ráez es un joven que no cree en las casualidades sino en las "causalidades", es decir, que todo ocurre por un motivo. Él tiene claro que todo lo que le está pasando no se debe al azar. "Hay que tener la mente abierta para ver todas las posibilidades que te da el cáncer. Con este segundo brote la vida me está dado una segunda oportunidad para poder concienciar al mundo sobre las donaciones. Las personas no están despiertas, necesitan un empujón para darse cuenta de las cosas".

Este gladiador, como se nombra a sí mismo y a sus seguidores, está en una batalla constante para cumplir una sola misión: Concienciar sobre la donaciones de médula ósea y sangre. "Yo no pido que donen para mí, a mí me da igual morirme. Yo lo que quiero es aportar mi granito de arena a este mundo y hacerle ver a la gente que donas por un mundo mejor. Esto podría pasarle a tu madre, a tu hermano, a tu vecino, donas porque no te cuesta trabajo donar y es en lo que me centro, en la donación".

Esta segunda vez está siendo más compleja para Ráez, que cuenta que al decidir volver al hospital realizó un viaje interior espiritual. Fueron muchas las preguntas y respuestas que pasaron por su mente. Él quería optar por remedios naturales, pero, desgraciadamente, la leucemia es un cáncer muy invasivo y rápido, con lo cual no creyó que tuviera el tiempo suficiente. "Esta vez, más que optimismo, es aceptación, hay que saber diferenciar sobre todo el presente de los miedos. Yo podría tener miedo de no saber cuándo me voy a morir o de que no haya médula pero, ¿ por qué voy a pensar eso si no ha pasado? Si en el presente estoy bien, porque voy a amargarme por mi pasado", explica el joven.

Este luchador de veinte años reconoce que se sienta en la cama de la habitación a mirar por la ventana, viendo como los transeúntes cruzan la calzada, como las personas interactúan y continuan con su día a día. "Veo que la vida sigue sin mí, pero aunque no esté, yo también sigo aquí luchando".