Sus gestos les delatan
La Reina en su salsa
Si algo le reprochamos habitualmente los analistas a la Reina es lo estirada que va siempre

La Reina Letizia en la entrega de los premios Jaume I. / EFE
Sonia El Hakim
Ayer la Reina Letizia hacía entrega de los premios Jaume I, ante algunos distinguidos de la sociedad valenciana. Si algo le reprochamos habitualmente los analistas a la Reina es lo estirada que va siempre. Camina como si llevara una tabla en la espalda, y eso no es natural. Siempre reinvicamos todos los que nos dedicamos a la comunicación no verbal que hay que ser natural, aun adaptándose a las diferentes situaciones y circunstancias. Cuando una persona se estira tanto que va totalmente rígida, crea un efecto contrario a la empatía por parte de los que le están viendo.
Sin embargo, ayer pudimos ver a una "Reina en su salsa". Esto que acabo de decir, lejos de ser un plato de Arguiñano, es la constatación de que cada uno se siente cómodo haciendo aquello que se le da bien. Que Doña Letizia es una gran comunicadora en su experiencia como periodista no es cuestionable. De hecho, os pongo el vídeo de parte de su discurso de ayer para que lo comprobéis vosotros mismos.

Agencia ATLAS | EFE
La Reina Letizia: "Seguiremos creciendo como país en una España mejor". Vídeo: Agencia ATLAS/Foto: EFE
Pero es muy llamativo el cambio que hace en su lenguaje no verbal. Cuando está caminando al lado de su marido o posando de pie, sin más ocupación que andar muy erguida y con una sonrisa social (es decir, fingida), para asegurarse unas buenas fotografías, la vemos totalmente distante, no despierta empatía en nosotros porque no nos identificamos con esa figura. Sin embargo, cuando pronuncia un discurso, como el de ayer, su voz, muy bien trabajada y con una dicción perfecta (mucho mejor que la de su marido), incluso hablando en valenciano, su expresión facial, totalmente congruente con el mensaje y lejos de su acostumbrada sonrisa social, sus gestos ilustradores del discurso, sus frases improvisadas fuera del discurso escrito, nos revelan una Reina más humana, más normal, más cerca de nosotros.
En conclusión, cada uno es feliz (o más feliz) haciendo aquello que le gusta. Si la Reina se pasara el día haciendo discursos en lugar de dedicarse a cumplir con el papel secundario y estático que le impone el protocolo cuando acompaña a su marido, sería una persona más feliz, y eso se transmitiría en su lenguaje corporal.
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