El pasado día 9, el reportero Ricardo Marquina compartió una impresionante imagen en sus redes sociales que parecía imposible: el despacho de un edificio administrativo completamente congelado. La nieve cubría el escritorio, los papeles, el ordenador y hasta unas gafas de vista. Esta imagen propia de un lugar abandonado fue captada por la funcionaria Helena Gordeeva, amiga del corresponsal.

Marquina, nacido en Huesca y residente en Moscú desde hace una década, reconoce a Levante-EMV que las temperaturas en esta ciudad son "realmente duras". La ciudad, que tiene un récord de temperatura mínima registrada de 64 grados negativos, vive desde el pasado 30 de noviembre sumergida en la noche polar, el gran desafío para los habitantes. Durante 45 días las noche se apodera de esta ciudad que no verá la luz solar hasta el próximo sábado 13 de enero.

Norilsk es la ciudad de los titulares apocalípticos. Que la vida en esta ciudad de 170.000 habitantes transcurra a 40 grados bajo cero es, tal vez, uno de los principales motivos. Otro, el hecho de que sea una ciudad cerrada: ninguna persona puede acceder a la misma sin autorización previa de la Federación Rusa debido a que es uno de los grandes vestigios mineros de la antigua Unión Soviética. Algunos reportajes hablan del peor lugar del mundo para vivir.

Es la ciudad más habitada de Siberia cuyo origen se remonta a 1930, cuando la URSS utilizó a prisioneros de los gulag -campos de concentración- para cavar los primeros túneles mineros. En las siguientes décadas llegaron a la ciudad voluntarios de las Juventudes Comunistas para convertir a este recóndito lugar del círculo polar ártico en el orgullo minero de los soviéticos.

Norilsk es una 'ciudad empresa' gestionada por MMC Norilsk Nockel, encargada de la explotación de las extensas minas de níquel, cobre y platino. La empresa controla desde las carreteras, hasta los espectáculos pasando por el material escolar. Para llegar a esta población rusa es necesario volar durante más de cuatro horas desde Moscú, o navegar el Ártico en un romprehielos. A Norilsk no llegan ni trenes ni carreteras.