Las 81 páginas del currículum de Gerardo Prieto Bozano no logran resumir sus 47 años de trayectoria profesional. El doctor Prieto cumplió ayer 70 años y colgó la bata de médico que nunca utilizó. Este gastroenterólogo ha sido durante años la última esperanza de cientos de familias desahuciadas de cualquier expectativa de futuro.

Los pasillos del hospital La Paz de Madrid eran el segundo hogar de Prieto, que fundó la Unidad de Rehabilitación Intestinal y Trasplante Multivisceral por donde han desfilado cientos de pacientes conocedores de que el equipo del doctor Gerardo era la única solución posible. Seis familias valencianas acudieron al homenaje sorpresa que organizó la fundación NUPA (Asociación Española de ayuda a niños con trasplante multivisceral y afectados de fallo intestinal y nutrición parenteral) como muestra de agradecimiento.

Las manos del doctor Prieto firmaron la nueva partida de nacimiento de María Pilar, una niña de seis años vecina de Canals con graves problemas intestinales que le obligan convivir con una bolsa recolectora pegada a su abdomen desde los primeros días de vida. Su madre, Pilar, espera "que el maravilloso equipo" del recién jubilado doctor consiga que su hija se libre del lastre con el que convive. Describe a Prieto como "una gran persona" en la que "confía plenamente" y destaca "su humanidad y total dedicación".

Esta vecina de Canals sabe lo importante que resulta el trabajo del doctor. Un error médico cometido en un hospital valenciano le arrebató a su hija Carla, gemela idéntica de María Pilar, hace cuatro años. La pequeña, con sólo cinco centímetros de intestino tras más de 10 intervenciones, rechazo el trasplante y falleció el día de su segundo cumpleaños. "Prieto y su equipo se convierten en parte de la familia", admite esta madre que recuerda a su hija María Pilar "que todos los niños que, como ella, acudieron al homenaje están vivos gracias al doctor".

En 2008, un vólvulo intestinal (la rotación del intestino) complica la vida de Pablo Santos. Su madre Esther, de 47 años y vecina de Albal, recuerda que en València "los médicos no nos daban ninguna esperanza de vida". Navegaron por internet hasta el agotamiento, pero encontraron en el doctor Gerardo prieto su tabla de salvación. "Lo ves caminar por el pasillo y sabes que estás delante de tu Dios", reconoce Esther. Tras un primer rechazo, el equipo de La Paz realiza un trasplante multivisceral de cinco órganos que permitió a Pablo Santos soplar las velas de su décimo cumpleaños la semana pasada.

El mejor finiquito

La fundación NUPA organizó un homenaje a Gerardo Prieto Bozano en el que se citaron muchos de los niños a los que el doctor pudo dar una segunda oportunidad. También los padres de menores que no lograron sobrevivir, como María Pilar, y reconocen que "él y su equipo lo hicieron posible y no tendremos forma de agradecérselo lo bastante nunca”.

Visiblemente emocionado a pesar de su aspecto serio admite que "el mejor finiquito" que recibirá del hospital La Paz es el cariño infinito de las familias a las que ha atendido durante sus 47 años de trabajo. Unos pacientes agradecidos a los que recuerda "con nombres, apellidos y detalles", según relatan unas familias que atesoran un recuerdo inmejorable del médico que les rescató en su peor momento.